Ese precioso ángel, flota por la mirada del río que fluye por Mississipi, no sé si tantas aguas pueden pertenecer a un mismo río.
Unos olivos construyen una balsa de aceite por donde filtrar el agua, mientras los juncos que se enganchan al barco silban melodias para vestirla durante el baile de la noche más profunda.
Prescinde de la vista en un lugar que recorrió en sueños, un millón de veces, con su música, enlazando giros con saltos más unos silencios sobre los que bordaba las miradas cruzadas.
Quiero ser seducido, en los caminos que recorrí, aprendí la sequedad de las entregas soñolientas en camas con sábanas que no tenían besos, sólo guías para caer a abismos, al ser cortadas.
Precious Angel, esclavos para la divina carne de un primer mundo de preceptos morales con carnes pútridas teñidas en guerras, con muertes de los empobrecidos y ahora, en gimnasios con espejos domesticados.
Cuerpos de ébano, que por sobrevivir al día que les pide el hambre, deforestan su futuro, dejando desiertos donde los alacranes exhiben sus puntales, para su silencio.
Precious Angel, Bob Dylan entre lo divino y lo humano. Paladares de una belleza que anega con su brillo la noche, que da sombra al abrasador rayo. Una talla de un árbol al que le diste un soplo para ser un dios y uno de tus enviados, codicioso, sometió con látigos y monedas, entregadas por quienes lavaban sus bajezas teñidas en mentirosos blancos recogidos por manos de sangre y cerebro sin la cama que la había entregado
No hay comentarios:
Publicar un comentario