Tengo pérdida la senda. La voz clama entre algodones que taponen las heridas que le paralizaron
"1987, cuando llega el día". Película de Corea del Sur, sobre quienes activaron el cambio de un regimen dictatorial a una democracia. También, sobre quienes estaban paralizando ese cambio.
Estos nos parecen muy malos y alguno de ellos se conciencian en propia espalda de esas situaciones que han producido ellos, los servicios de inteligencia y los militares y policias. Muchos son absorbidos por el tsunami que emerge de esa fuerza puesta en movimiento. Muchas veces, no queremos saber quien lo hace.
Las primeras frases salen de la canción final, ya en los últimos instantes de los créditos. ¡Qué magia hacen las ciento de personas que hacen posibles las películas!
No somos nadie sólos, tienen una conciencia de lucha pero apartándonos de tantos y tantas que están con los mismos estímulos. Belleza con mayúsculas en las personas, pero aquí hablan más de ella, en el compromiso y en el sacrificio.
Seres puestos en nombres de calles, con el mérito de crear del ejército, con actos cruentos hacía el personal civil. Justa Freire, maestra encarcelada desde el 39 y que hasta el 53 estuvo enseñando en la cárcel física, para liberar al ser humano de la prisión del desconocimiento. Sumergirse en el cieno para contemplar la noche de aceptar como enemigo a quien es nombrado por el ser opacado, en el personal, en las filías, en las mentiras que pacifican sus propios terrores.
Pudiera parecer una pelea de formas de entender la cultura.
Más, mucho más.
Al primero, su crueldad aliena la convivencia en una sociedad; a la segunda, la transmisión de conocimientos, invita a saber del otro, del diferente para encontrar las líneas sobre las que se pueden edificar un hogar, la tierra, a compartir.
Hierven los barrotes para transcribir la palabra esperanza.
De su cerradura extraen la llave que sintió el primer latido
Quien, escondido bajo su gorra se monta en dudas desbocadas
Cuando entra el cordero, esposado por las dentelladas del lobo
Alguien rebusca entre sus pelos, las horquillas que le reluzcan
es su final, un canalla expuesto en tribuna, agitará su desesperación
Recorra tugurios para reclutar expendedores
Acogerá el sol, porque de cara a él, se bendice la sátira.
Cambiar a un mercader de las vidas ajenas y baratijas
Por el saber, a un estruendo, darle su peso en la balanza
Ella es Justa Freire, maestra
Él, un ejecutor de las jerarquias
escondidas, para ser siempre Dueñas
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