Un día cualquiera, ella llama con un chissss!; no miras atrás, quieres ser tú. Ya tendrá tiempo de desmentirlo. Sentada en un poyato, con un vestido de más verano, inunda tu cerebro que quiere contener "la belleza"; no puedes derramar tus brazos para que acaricien cada uno de sus destellos. Maldito el tiempo que te hizo descubrir, todo lo maravilloso que se te escapa, tan cruel como seguro.
Eres, sientes, un personaje de "All eyes off me", tan importante como para ser parte de un experimento de juventud. Son tiempos, en el que un pequeño reconocimiento, agiganta su signifcado hasta ser una hermosa caricatura dentro de un manantial que lo desintegra
Habías zarpado ya, en la que pequeña nave en la que ella era el viento. A la vez, te asustas ante la pesadilla de un borrego utilizando símiles marinos, como te gusta hacer a tí.
En un puerto, los barcos, los marineros y marineras te recuerdan la salida que tuviste para una travesia llena de venturas, llenas de conocimiento. Todo lo acaricias, todo te abriga con la dulzura que incluso tapa tempestades, tristezas, ahogos y cansancios extremos. Hoy, las nuevas kayakistas parecen tener el nombre de los Carlos, Raúl, Alberto, Jesús, Jorge, Rubén, Ana y tantos otros. Les intentas mostrar y enseñar todo lo que habías vivido e incluso lo que estos días vives en el Tajo. Quieres que compartan los paisajes que recorriste, los ayudas que recibiste, la plenitud en los fallos que superaste, en las enseñanzas que transformaste en más y otras posibilidades.
Miras a tu alrededor e incluso habiendo tantas cosas y personas reconocibles, descubres que es otro tiempo, otro paisaje y que este, también es el comienzo de islas nuevas para ellas y porque no, para tí.
A lo lejos, miras un pequeño promontorio y no sabes si tu te quedaste en él, mientras ella visitaba nuevas moradas o si nuestros barcos se cruzaron durante breves momentos que hubieras soñado fueran abrazos
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