He preparado un escenario pequeño. No sé cuándo nos permitirán representar nuestra obra.
De repente, cuando estoy en el patio de butacas. Un ahhhhhhhhhhhhhhh, penetrante, mantenido sale de Ramsa, mi personaje. Se ha colgado de una lámpara; continúa y aumenta la intensidad, AAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH, me quiero dirigir a él. Merece ¿ser despedido?
Una idea se me pasa por la cabeza. Imposible, es perfecto, lo que tanto tiempo le he pedido, lo transmite. Su rol es el de un político corrupto, por ejemplo, del Consejo de Europa,
o muy ofendido:
Debemos respetar la forma de gobierno de un país
O muy equidistante:
No sólo ese país es digno de análisis de su corrupción
O muy ampuloso, sin decir nada
Nosotros cuidamos la democracia con instituciones donde analizamos la transparencia, blablablablablablablablablablablablablablablablabla
Las tres personas lo dicen con su máxima dignidad, su excelsa gestualidad que la he puesto de ejemplo en nuestras sesiones de entrenamiento.
Sé que no tiene mucha resistencia. Su condición física es mínima. Pero me quiere impresionar.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHH, cede un poquito aaaaaahh, pero porque empieza un balanceo salvaje
Su cuerpo convulsaen movimientos inhumanos. Me da miedo, nunca llegué a verle en los ensayos, esa veracidad sale de cada poro de su cuerpo. Es terrorífica, la imagen.
Con una escalera, llego hasta él. Se da cuenta que estoy "en pánico". Sonríe, y me ayuda a bajar por la escalera.
Tengo un cierto orgullo, pero
¿Cómo he podido a una institución Europa, como ejemplo de lo vacuo y falso?
Stanislavski nos llevó al límite. ¡La madre que parió a Ramsa!
Me posa en el suelo, condescendiente en su sonrisa
¡Le mató!
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