Te quedas mirando la fila y te dices: uff! Demasiado tiempo o demasiada cantidad. Desde hace tiempo lo intuías; llegado este momento, el espacio es imprescindible y su carencia precipita decisiones y la entrada en el capitalismo. Haces cálculos y ves que tienes que tener un almacén. Lo deberás alquilar, comprar o construir. Haces números y compruebas que tienes que rentabilizar cada uno de los kilos obtenidos. Ya, lo que había empezado como un respeto al campo, un cuidado de la memoria del pasado, impregnado de los aromas de la familia se va perdiendo en la transformación de los seres humanos en clientes; ese sentimiento te acompaña a la cama, pese a las experiencias vividas: donde comprar sacos, donde llevarlas a la venta, a que cálida mirada implicar para que te deje de apreciar y te vea como uno más que va a lo suyo.
Nada parece que vaya a ser igual y sin embargo, en las letras, en las palabras que poco a poco vas juntando comprendes que ese echarse encima el presente te da un margen para la construcción del otro yo.
Existe, en ambas situaciones, la aparición del otro; puede ser, como ese ser desnatularizado, consumidor, o puede ser, como ese ser en el que buscar soluciones ante la confirmación del caos, inmensa pared en el momento pero unos días o meses más, como los larguísimos instantes en lo que fue el kayak polo en la vida o como el adolescente fútbol se perdió interminable en una tarde.
Cuando hoy, al deshacer surcos para encontrar inabarcables patatas se convierta en una lucha de titanes, quizás mirando la extremada gestualidad de Casado, no el jugador, intentando hacer creíbles los minutos editados en sus noticieros, comprenderás que la cantidad de décimas del segundo de aspavientos o el innumerable recuentos de patatas, pueden quedar diluidos en la comprensión de las necesidades de quién salto pasos para llevarse por delante playas y cultivos de credibilidad o por otro lado, en encontrar compartir tus debilidades desde un momento en el que eres, parte de lo que has sembrado.
De los excesos, en parte sobrevenidos, comprendes la necesidad de ser parte de tus posibles y no dejar en otros, la construcción de lo por hacer, sin el compromiso de estos y los encierros en tu responsabilidad que te pareciera querer hacerte culpable
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