Cuando no lees un libro, observas palabras que parece llenarte un mundo y sin embargo, te encierra en el círculo de una rueda quebrada. No avanzas.
Cuando no te sumerges entre las hojas escritas de un autor desconocido, acudes a las luces evanescentes que sólo deslumbran tu mente sin alimentarla. Cohetes, sin pólvora, ni colores, luz para trazarte rutas exhaustas.
Dónde vas perdiendo el horizonte de una explicación de una pandemía anterior, chocas con significados de las nadas que se suceden.
Como cruzar las fronteras abiertas, si cuando un libro permanece cerrado, 100 corazones, no laten; 4 protagonistas no sueñan ni explican tus horrores, 10 mundos no se hunden; aquellas miradas, se quiebran cuando el terror lo personifican los apostadores por la destrucción.
Dame el deseo de un infinito tiempo para que en la lectura de las letras de Bob Dylan nazcan mis mil deseos no cumplidos y en su tren de sonidos, pueda asomarme por las ventanillas, al amor, el compromiso y el nacer de un trigo, sin la vestimenta de los químicos
Viento, ¡coloca otra vez las letras con las que yazca en un lecho de amor sin fisuras!
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