Ha venido ahí, debajo de mi ventana. Yo, ni me he asomado. ¡Qué vergüenza! Dale que te pego se ha puesto a cantarme una jota. No tenía ningún sentido, al menos hubiera sido una k, pues allá que me hubiera lanzado, porque con K, he viajado durante mucho tiempo y quiera que no terminas teniendo una afinidad, pero una ¡"jota"!, siempre que me he cruzado con ella o ha sido para quejarse, con su ¡joroba!, refinado y repipi, para mi gusto; o ha sido porque me estimaba menos de lo que creía con lo cual ante uno de mis innumerables fallos, no le faltaba tiempo para decirme que era una gilipollez o para ser más cortante, contundente y despreciativo me lanzaba un jilipollas, que como notáis, florece en su aseveración. La jota, pues en maño, como aseveración, ha recibido un kubo de agua, podía haber sido un cubo simple y llanamente, pero meter esa hace que la caída sea más contundente. Yo me aparto, porque ya le conozco y es mi amigo, pero no veas la desazón que deja entre el público, porque acostumbrados a la soberbia de la jota; la K, es como un poco colegueo, un poco "vacaciones en el mar", empiezas quedándote en tu camarote porque te ves insignificante pero poco a poco llegan personajes, cada vez más raros: uno te canta, pero sólo los números de la lotería; otro, te entona, pero porque te pone un carajillo, cuando después de estar bajo el Sol, que más calienta, sube la voz a un "do" menor, sobretodo de lo que la elegía rugía, que llegó con los mi fa, que no sabes si es para emprender un viaje para la cama o es que quien ha venido ahora, había silbado cuando pasó el último tren por Kansas City, ¡qué ya me dirán ustedes que tipo de violencia puede ejercer aquel que dejó Arkansas, por nuestra ciudad de ahora, pero por pura vaguería y economía del esfuerzo, porque el agua se deshacía al quererla abrazar. No puede ser que salgas a ver si te Arkansas para poder dormir a pierna suelta y que sea esta, la que agarre todo el kansancio que se puede haber dado cita entre todos nuestros amigos, que estaban aprendiendo el silbo canario. Por cierto, este es tan fino que fue a decirle que me parecía un lengua menor y ¡válgame el rastrillo! haya que se ve vinieron todos los canarios que estaban enjaulados. Nunca me dijeron como había conseguido salir, ante mi supuesta oferta, y sin embargo, permanecían quietos, apacibles y cantarines ante aquel jumento que con sus jorobas deslomadas trazaban jarcias, jergones y jíbaros para dejar hundido al primero que se descuidaba.
Ke, le dijé, ¡pesao!., me estás sacando de kicio porque Kantar, lo intento pero korrer, para kuando.
A mi que no me digan que la k, akompaña pero el juicio, si lo hace con los ecos, te "jarta", que eso también me lo enseñaron los de jarcha.
Ke, ke digo, no él lo dijo, yo, Klaudio
Yo les digo lokos, más que kuerdos, ¿cómo Komo si en la esterilla, la arena se desparrama como juanetes con jolines?
No hay comentarios:
Publicar un comentario