jueves, agosto 27, 2020

Para mañana

Sueño las cosas que no haré, aunque tu ya estés. Miro el calendario y habría motivo para construir un edificio tan pequeño que sólo viviéramos tu y yo, pero debo abrir un espacio para que ellos nos ofrezcan la seguridad. Nos protegen una vez que hemos ingerido el miedo. 

Destruimos los muros de nuestra comunidad para admitir la multiculturalidad que nos enriquece por encima del estercolero del fanatismo en el que se han anclado quien se cree puro. ¿Dónde engendraron tan mínimo raciocinio?

No son más que la abyección patrocinada por quien, sólo, tiene el inmenso poder del dinero. Son sus mercenarios paranoicos, capaces de focalizar el problema en el débil y necesitado, mientras evitan hablar de tanta y tanta injusticia generada por una riqueza que huye de su compromiso social de pagar, no ya como un obrero cualquiera, sino incluso de igualar su pago en la proporción de los que menos tienen. 

Voceras, arquetipo de la toma del dinero público, para no como una Robin Hood, sino como una trampera, coger el dinero público para concedérselo a los, siempre, sus amigos privados, esperando, salivando, la recepción de su recompensa. 

¿Dónde esta la mente del trabajador para fijar la atención en seres que siempre deberán pagar con su dinero sus adquisiciones, a través de los trabajos que son demostrables que han ejercido, mientras alaban, las palabras, no más, de quien ni conoció trabajo, ni demostró coherencia. Siendo, sólo, un propagador de los privilegios a los que sirve?

Olvidemos esos entes con hábitats en sus basureros mentales y construyamos viajando con quienes  buscamos soluciones a nuestros encuentros con la realidad.

 - Un compañero abandona, triste, desorientado, temeroso su casa donde sus padres, hermanas, tías y primos le han dado calor en la chimenea y abrazos en los fríos campos donde las semillas dudan si asomarse a un inhóspito mundo. Pudo ser en el Picaño, cuando el mundo tenía la perspectiva del muro que tanto cuesta subir desde Huetos; o es desde Karangasso, cuando los productos se globalizaron diciendo que eramos invencibles, sin aclarar que detrás existen seres humanos también con los derechos de sus productos locales.

 - Una joven danza con su mirada de vida desde una terraza de una ciudad que ha empezado a ser bombardeada por los mercenarios de los poderosos; decían que defendían patria, dios y libertad. Cuando sus armadores, fueron los especuladores, los armeros y los banqueros que querían seguir nadando en su piscina exclusiva. 

Una joven con su niña, se sube a un barco, tras cuchillas de arena del desierto, puñales de mercaderes con lengua de trapo y martillos de verdades instaladas en dioses que son leídos por las mentes criminales de los artilleros del odio. Ella salió de su ciudad, de su país, por el opresor de hierro, ensayista de las peores armas letales, jamás vistas hasta entonces. Ella, con su niña, sale incluso de su continente para evitar las miras telescópicas montadas por las mismas miradas de monedas falsa.

Nos descubrimos con nuestros pasos, buscándonos en el maremágnum de tanta torticera interpretación, traducida por patrocinados francotiradores, para sabernos leer en las realidades contrastadas



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