viernes, agosto 07, 2020

Tronchar

Puede ser que alguien aparezca por ahí. Puedes recibir un abrazo de él, y, sin embargo, te quedas pensado. Claro, le has sonreído y has iniciado una pequeña conversación, agarrándote a una imagen que tienes de su trayectoria como entrenador. Tú, en ese momento, estás investido de una capa que parece mágica: te han llamado para ir a Toledo a un proyecto sobre el río Tajo y ahora andas por ahí, por Cuenca. Vaya van a tener un canal de slalom; ya no tenemos que ir a Seu d'Urgell, para mejorar nuestra técnica. Bueno, si, seguiremos acudiendo a aquel canal olímpico; ahora ya no seremos un diablo en persona para quienes tienen que controlar las piraguas, tras nuestro inconsciente descontrol. Ahora, gracias a los dos años anteriores allí, no es tan fácil que el agua nos desmonte de nuestro kayak. 

La bajada del canal olímpica es atrayente y desafiante pero me imagino que les pasa a quienes tienen un objetivo a más largo tiempo: la entrada de agua al canal, con su fuerza, sin el desnivel del espacio olímpico es una escuela atrayente, necesaria, suficiente; a tu interlocutor le comentas tu experiencia en estos lugares y nuestras esperanzas para el futuro y tal vez, para nuestra simple vida, bajando por los ríos que nos rodean.

Le percibo interesado, por nuestro tema, nuestras ilusiones; él, enseguida, me demuestra que sí, que está interesado pero tras mostrarme la necesidad de estar fuerte de entrenar, no sólo en el agua, en el canal, me dice que en la temporada invernal se harán necesarias piscinas simuladoras para que las palistas puedan trabajar la técnica en una época en el que en el exterior se puede estar bajo cero. Sí, las conozco, poco, porque hemos llegado a nuestra posición por nuestra intervención en el kayak polo y en el descenso "salvaje" de los ríos. Me va envolviendo, todo un mito, quizás un elegido, se está dirigiendo a mí.

Vaya, parece que es representante de este tipo de instalación deportiva. Claro, le hago preguntas sobre el tema. A un vendedor, le debes atender, pero claro mis preguntas andan entre el desparrame y el absurdo. Ni tengo idea de cómo utilizarlo, ni de si en esta ciudad la querrían y sobre todo, no tengo ninguna gana de comprarla. Me imagino que en ese momento que hemos enseñado nuestras cartas, cada uno pierde el interés por el del enfrente.

Yo me lo imagino en un país con el que nuestros mandatarios son hermanos y nosotros, claro, primos; entonces voy yo por allí, como trabajador de élite y me dice la empresa: oye si eres capaz de conseguirnos litros de lo que vendemos, te daremos 2 céntimos por litro. Tú, lector, te dices bueno nada de cien litros 2 euros. Pero te le quedas mirando y te dices, majete, no te enteras son cientos de miles de litros.

Conmigo no se llevarán a cabo, pero desde luego, entre hermanos, por las risas que se pegan, me dan la sensación que sí.

Yo, tiempo, después le he preguntado por las piscinas simuladoras de entrenamiento; él, con un poco de mala leche, me ha dicho: tú, listo, te quedaste sin nada. Por eso, yo defiendo los reyes y los cuentos porque, por muy locos que te parezcan los argumentos, al final, pillas.

Yo, desde que me he implantado una gran mata de pelo, como las de las alcachofas, me quedo pensado en su campechanía. De forma inconsciente me hago una coleta.

 Él, carcajeándose sale montado en la pala.

A saber dónde habrá ido, desde luego, me quedó el recuerdo que no era mágico, ni divino, pero que por su palabrería, sí que me pareció un fenómeno.

Y ahí estamos, flipados con ellos, por su poderío y desvergüenza.Vamos que se tronchan la pala

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