Se sitúa en un punto que no vamos a determinar. Todas las personas del pueblo que han acudido se han sentado a la distancia de protección. Su cara, podríamos decir que esta embozada. Se ha sugerido durante el día que algo puede pasar.
Nadie conoce cómo, dónde, para que y con quien. Comienza un sonido que no sabemos si continuará. Si, sigue es una antigua canción que han puesto a ritmo de hip hop.
Es tan rítmica que la gente, pese a que tienen una gran aversión hacía lo que sugiere la idea de esa cadencia musical, empieza a marcar con el pie el ritmo. ¡Atrévete a parar unos pies que danzan!
Todo se acelera, todo se remarca aún más. Ella, ya es danza
Alberto Arce, periodista que pasó un año en una universidad de Canadá como profesor, explica para la Uniclimática de LaMarea nos remarca que el aumento de allí es de 7º grados de temperatura. Él se pregunta cuando empezaremos a interactuar para cambiar la situación. Los ciudadanos de aquella zona, no paga impuestos. Es al revés, mientras en movimiento de la capa de permafrost hace que se estén reformando continuamente las carreteras. Las autopistas rectas, se transforman en circulares que se adaptan a como ha quedado el terreno tras sus movimientos. Gastos, cientos de gastos extras que las capas obreras con menos ingresos también tienen que gastar en mejorar los cimientos de sus casas, en no sufrir la inversión térmica. Podríamos decir que lo comido por lo recibido, pero no siguen ganando quienes les tienen metido en este círculo infernal.
Ella ha tomado el ritmo oído y lo interpreta. Tiene su base musical pero las reglas le nacen de su intuición y de su experiencia vital.
Hubo un señor, que una mañana, en un mundo marcado en rimas y letras, nos describió una bella rebelión contra un poder de un ojo, poderoso, pero con posibilidades de ser cegado fácilmente. Entonces fue así, ahora ella ve ese espacio que pudiera parece idílico y sin embargo, traza las curvas de las realidades; quieta, contempla la sumisión, explosiva, rompe la campana de cristal que narcotiza a los que tienen que respirar el veneno de sus calefacciones.
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