Siento desde hace tiempo la necesidad de volver a leer. El último libro que pude leer completo fue de Gabriel García Márquez, "vivir para contarlo", me produjo el placer que él recibía de la joven que gritando ponía a bailar a los muertos del cementerio próximo.
"la peste" de Camus, lo digiero de una manera lenta; su clarividencia y exactitud en la descripción de los personajes me apróxima a una consciencia de lo que nos está sucediendo, pero aún viéndome llamado a sumergirme en él, no sé si siento que en ese agua me ahogaria, o es que los tiempos, tan semejantes, se repelen.
Ayer dí el primer paso: elegí entre el úlitmo de Roberto Saviano y también la última publicación de Sergio del MOlino, pero fue mirar "M, hijo del siglo", de Antonio Scurati, publicado por Alfaguara, y lo adquirí, lo compré y esta mañana ya he zarpado en un viaje largo, pero lleno de agradecimiento a las aventuras que nos describirá un tiempo que necesita ser entendido por próximo e inmediato en su repetición.
Existe una frase al principio, muy salvaje, muy descriptiva, como alguna de las frases de Gabo, en este caso:
Contexto: (tras volver de la primera guerra mundial), "la normalidad del regreso ha redescubierto violentos, fanáticos, incapaces de percibir con claridad sus propias ideas, supervivientes que, creyéndose héroes consagrados a la muerte, confunden una sífilis mal curada con una señal del destino"
La tierra ya me huye, sólo en el bajel, los horizontes me llevan a nuevas caídas de paisaje. Parece todo uniforme y sin embargo, en cada ola, puede surgir un delfín; en cada calma, un surtidor nos proclamará vida, en alguna tierra, brotará hierbas que nos abracen; ya Scurati es mi compañero que ha desgranado mazorcas de pequeños granos que proclaman pulsos que juntos tienen comprensión
Leer, junto al huerto, para brotarme por encima del apaciguamiento que me encierra
No hay comentarios:
Publicar un comentario