miércoles, junio 10, 2020

Bicicleta en la ciudad

Hubo un tiempo que se luchó por la minería, hasta que se agotaron minerales, productos. También nos dimos cuenta que esas fuentes, tenían unos lodos que provocan desgracias en el devenir de la sociedad. Siempre de forma traumática e injusta.; dolorosa por los seres perdidos y por los daños infringidos en en la vida que encontraban la luz en las entrañas de la tierra, se llega a ese momento donde quienes más pierden son los que rascaron en la piel de elefante de unas tripas de erizo, entre las aguas subterráneas de una costra terrestre sedienta; quienes poseyeron, lo entrevieron y marcharon por otros caminos. No tuvieron que abrirles fronteras porque el dinero es la llave maestra engrasada tantas veces por especulaciones, pagos en negro y comisiones de herederos que se situaron en el presente, no por su valor de ser humano.

 

Hubo un tiempo que todos los gobiernos, inyectaban el famoso dinero para "eres" que sólo se denunciaba para la Andalucía poblada de Sol y postrada por terratenientes receptores de grandes mamandurrias, que no serían nunca para cambiar dinámicas sino para que el dinamo de su prepotencia se mofará de quienes mantenían el comercio de proximidad con sus paguitas. Se mantenía al coche, por encima de sus posibilidades, se mesaban  las barbas ajenas, para que sus parachoques no vieran que llegaban las aguas de un nuevo concepto de sociedad a fijarse sobre los jóvenes y los que comprendían que el aire que durante un breve periodo de nuestra vida, se había asomado a la ciudad para ser puro. Y destruir tantos y variados males que pareciera que ya debíamos aceptar en nuestra maravillosa forma de vida.

 Serían tiempos difíciles porque a esas ayudas periódicas, perennes se habían acostumbrado aquellos constructores de naves a picos imposibles.

Costaría porque alimentaban políticos, periódicos, televisiones y glamour de ser poderosos por llegar incluso a donde un jabalí encuentra su guarida para protegerse de pasos armados de pólvora.

 La bicicleta, esa que Juanjo utilizaba en Madrid y que junto a ella fue arrollado para ser apartado de la vida, pero no de mi recuerdo ni de mi presencia para que se humanice una ciudad, un futuro en mitad de tanto humo de odio, de cosificación al diferente para que de esa manera se le pueda matar mejor (¡Qué miseria moral pública demuestra el pseudopolítico Hernando cuando nombra de forma despectiva a un rival político con el que no tiene capacidad dialéctica mínima de poder debatir, por un aspecto de su fisonomía y no menciona su nombre, es la antesala de poner a alguien en la diana).

 Existe algo más importante que la prisa y el ya mismo, es el contemplar el tiempo propio para considerarte ser individual dentro de una sociedad a la que valorar y comprender

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