Cuando vuelvo al fisio, la mayoría de las veces encuentro, a parte de su cuidado, su atención y su amabilidad, algunas palabras que liberan la mente, y como tratamos de enseñar en nuestras clases, por tanto, también nuestro cuerpo de sus tensiones, bloqueos y contracturas.
En la cama, no necesito los canallas abyectos que en sus periódicos panfletos, y al olor de la carnaza que van a recibir en forma de premio a desgarrar con sus fauces babeantes, es mi mente la que se entretiene en momentos ejecutados con más o menos éxito. Se ensaña la noche silenciosa batiendo los recuerdos para mezclarlos para producir una masa viscosa que te atrape en el sentido de la culpa.
Y sin embargo, él me recuerda que esas mezcolanzas no las debes permitir. No se la debes conceder ni a tus enemigos, ni sobre todo a tí, que muchas veces te conviertes en uno de los peores. Se ha sido de una manera, en un momento determinado, con incluso la equivocación de haberte callado, o para haber reconocido el error o para aclarar que es lo que estaba pasando.
En mitad de las emociones que te produce todo lo que experimentas durante las sesiones, o porque no atienden, o porque no te comunicas como quisieras, o porque la falta de atención y respeto te eleva una indignación que por pequeños momentos no has sabido dominar, debes caminar y desarrollar lo que amas, lo que te intriga y lo que te ayuda a ser.
Aprendes, incluso en el último segundo de vida, pero porque busques en lo que creías que podías cantar y tus cuerdas, te dicen que son lianas; en lo que podrías bailar étereo y los huesos te recuerdan sus pesos y las articulaciones, sus años ya no flexibles; en lo que podrías escribir y tus teclas circulan por cercas que te impiden encontrar la justa medida de la eficacía, brillantez y su significado.
Si, no lo puedes negar, el tiempo de la culpa, te viene; es pequeña, pero duradero el recuerdo y sin embargo, de aquel mismo entorno, debieras recordar tanto respeto, tanto reconocimiento, tanto asentimiento de estar siendo seguido y entendido y veías ojos donde intuías viajes a galaxias que llenarían infinitos mundos, tambien con sus pesares, pero sobretodo con sus brillanteces
. A ello voy, aprenderé a convivir con lo que en su momento, no se realizará de la forma más adecuada, se dijera en el tono justo, se expresará con las palabras certeras; pero al igual que al canalla sedicioso e irresponsable en una sociedad que se dice justa, se le permite volver a empezar después de cada basura que ha arrojado contra la convivencia, igual yo me concedo el tiempo para trabajar para ser, e irme encontrando.
Somos, para crecer, con los posos, que parecen debieran ser abandonado y que no nos deben atrapar, pero como me explicaba Cris, cuando haces batidos veganos, también quedan, pero incluso esos, pareciera que deshechos, nos sirven para hacer galletas.
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