domingo, abril 26, 2020

No lo dudes, estamos ahí

                                                                                                                                                                                       SImy
Sinopsis: Intentando leer, que cuesta, La Peste, de Albert Camus, en francés. En el libro, en la parte final de análisis del texto leido, Yves Ansel, saca una conclusión muy actual. La reinterpreto con lo que ello puede llevar de personal: En la peste que describe Camus, a todos los muertos en general, se les puede utilizar, manejar, manipular a la conveniencia de quien les nombra, pero cuando alguien se enfrenta a cada caso en particular, con nombre; ya no se puede jugar con la dignidad de esas personas. Ya tiene una historia, una familia, a la que hay que respetar.

Anda Pikadre, insigne pero poco hábil piragüista de este mundo Dragonio, fastidiado, ve todo lo que arrastra la corriente y muchas cosas le son queridas, muy queridas.

Respeta cada uno de los dolores que no puede llegar a sentir, porque esas cosas son personales e intransferibles. Les admira, les añora como cada segundo que ellos se tienen que sentir desamparados porque no lo pudieron sentir físicamente con tantos y tantos seres queridos con los que han sentido tantas y tan variadas sensaciones de la vida. Tiempo después, sería como ahora, ella, sus próximos sufriendo  esa ausencia que, a veces, se hace inaguantable.
Puede creer que nos hemos olvidado, que su familiar no se le merece y sin embargo, yo, Pikadre, no dejo de entrar en la corriente y con la técnica que me ha dado mi tiempo vivido, trato de coger olas cruzadas, crestas que me retengan para surfear un tiempo que me será pleno; gasto mis recursos para descubrir que nos pasa, porque nos sucede, porque hemos llegado a esta situación.

Por ello, perdona que no entre siempre en la corriente, porque, a veces, lo que parece bueno, bajar las bellas olas en las que van muchos seres humanos, traen troncos, estos ya, insensibles maderos a merced de las corrientes, no tienen sentimientos, pueden golpearte, atraparte, retenerte sumergido hasta el ahogamiento para que un tiempo después salgas con un mundo dominado por ellos; en su origen fueron bellos, esbeltos, poderosos hasta conquistar los cielos; con sus ramas, lleno de hojas que acariciaban la vista que necesitan alivio, para salir de las penumbras, de los días de dolor que no parecen agotarse.
Pero ahora son objetos que conservan sólo sus apariencias; quizás un día, con el trabajo de todos, en aserraderos, con carpinteros, vendedores honestos, compradores enamorados de la esencia de su origen y el resultado final y tus amigas, amigos que te visiten, puedan tener el significado que todos soñamos.

Ahora, déjame que entre a mi manera, que, con mi kayak hacía arriba, abra un poco de más o menos ángulo, para ofrecer la superficie de mi embarcación y que pueda recibir el agua, por ejemplo de mi respeto a la sanidad pública, que debe recibir todos los recursos, antes, ahora y siempre, que sean necesarios y que siento que esos tronco agresivos, pesos sin alma, no los traen. Habré salido, habré movido mi pala con su posición técnica, con mi cuerpo entregado para que esa ola poderosa no me haya arrastrado y con mis conocimientos haya pasado hacía la otra orilla pero a la misma altura. Quiero luchar pero no perder el paso. Me he vuelto a quedar detrás de una piedra, mirando hacia arriba, porque quiero saber que viene, que me puede ser bueno y que me puedo enganchar, tumbar y no dominar lo que necesito saber para seguir bajando, pero a mi ritmo, sin ser manejado por la pérdida de material o control.
Cuando veo que me es posible, salgo, madre mía, esa bellísima ola que en su cresta, metiendo la proa delante me va a poner vertical y me va a hacer girar. ¿Sabes lo que es eso?. Buahh, un tiempo bonito indescriptibles 15’’que se retienen para toda una vida.

Es como cuando sales a la realidad y te dan información donde reconocen lo que se hace mal, pero, te dicen que a ellos mismos, incluso, les ha pasado porque saben que en todo, existen cosas que nos superan, que nos hacen sentirnos pequeños. Cuando has intuido esa ola que te iba a retener, conociéndote, descubriéndote, jugando, tienes que ser feliz, en tu dolor, porque quien te dio la vida, te la entrego para que tú te descubrieras, imperfecto, pero creciendo, ¡Qué mejor momento que este!

Y como sé que soy un plasta, paro, por hoy paro, me salgo por hoy a la orilla, existen mil mundos en nuestro pequeño tiempo en la vida, jugando con la corriente que nos ha tocado vivir.

Muchas veces, ahí, en la orilla, os veo pasar, os respeto cuando vais subidos sobre esos troncos, que pueden ser buenos, si arriba como buenos gancheros lo sabéis controlar.

Os pido que no dudéis si de reojo me veis que permanezco en silencio. Me siento débil y no sé si me equivoco. Pero esos troncos no los manejo y me callo como respeto para que vosotros los controléis en sus diferentes cambios de rumbos.

Me gustaría que sintierais que este tiempo que cada uno ha pasado sin su ser querido, me es doloroso porque trato de imaginar esos pequeños grandes momentos de decaimiento. Pero estoy ahí, desde el respeto, y siendo poco, espero que os sintáis acompañados, también desde mis textos.
Pikadre sabe que el agua no para; el tiempo es inexorable y seguirá descubriendo espacios para conocerse él y a los demás.


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