jueves, abril 23, 2020

Hubo un Itaca, pero debes partir a otro

                                                                                                                                                                                  SImy

Kate Tempest; People´s Faces

Poesía para encontrar al otro en la mirada sin pantallas que narren

Eva Cassidy acude en una nave acogedora con sus velas recogidas, como aprendimos en Laredo, cuando llegaba la Galerna y debíamos proteger a nuestros marineros de vuelcos al caos.

Hoy los vientos llegaban de un tiempo encerrado, unas tareas que no saben si llegan a comprender las alumnas y de unas indicaciones de trabajo que parecen sacadas de una rueda de la fortuna que busca agotarte por la espera. ¿Qué es eso comparado con la galerna, el leveche de un mar Menor que empezaba a perecer, que remonta hasta golpearte como el albatros enloquecido que ataca el puesto de vigía?  Llega la noticia que el padre de una de tus alumnas, de tu tutoría, ha muerto; entonces la nave se hace ingobernable, bajas las velas y te quedas al pairo. Sabes que eso no es bueno, que te podrá arrastrar a una ruta desconocida. En ese momento, con su voz adormeciendo el vendaval aparece ella, con sus “fields of gold” o “the water is wide” drizas con las que se afianza tu barco desgobernado al timón de la veracidad de “autumn leaves”.

 Necesitas respirar tanto, con tus pelos desbocados en cien mil sendas, que te dejas agarrar por su quietud, para intentar tomar las bridas de un corazón batido en huracán. ¿Cómo aprender a entender un cuerpo en danza de inviernos con dedos en estalactitas, veranos en mente de ascuas, para amarrarte a él en amor?

 Sólo seré un momento, pero guardo el instante de la ternura, como ella guardará en eternidad el tiempo explorado con su padre. Sus paseos, sus esfuerzos, sus desventuras para intentar que el mar que a él le separaba de su nacimiento, de sus raíces que descubres que no se pierden, fuera para ella un charco sobre el que saltar por las inmensas mañana que la runruneaba canciones para sentirse otra vez viva.

Si “Murder most foul” es una mecedora donde nunca te sacias del balanceo del viaje por una visión de la vida de Bob Dylan, ojalá ella encuentre las palabras más vestidas de sinceridad para describir como pudo otorgarle aquella ilusión que se alejaba en un escaparte bárbaro. O cómo le otorgó el regalo, de la última sorpresa que la sació, ahora que el alimento de su encuentro, será abrazos que se vuelan.

Te dio esa capacidad de tantas y tantas cosas buenas. Sigue buscándolas, como él exploró tierras donde su sacrificio a ti te confortará. Has perdido un tripulante; él mismo espera que sus enseñanzas y los mares que navegues te hagan más sabía. Con él viviste un Itaca, al que llegaste. Te quedan otros, te esperan. No los fuerces, no los huyas. Tienes madre, abuela, tío, amigas y tus propias fuerzas. Quiérete, tal y como eres. Aprendiendo, siempre hasta el último día.

Yo, si un día fuera ingrávido, cogería cada palabra que no encuentro pero que sale de mi cuerpo que explora para hacerme también navegante, que si nos cruzamos nos sepamos navegangtes de tantos vientos como existen, tantas vidas como viviremos

 Ahora, esta cueva está ahí, con su Polifemo que nos aterra en la puerta, date tiempo pero encontrarás la salida porque un Ulyses ya te enseñó parte de la vida.

Si fuera brisa llamaría a tu ventana, para decirte que muchos te estimamos.

A veces, nada es perfecto

Ni tan siquiera, el a veces

El árbol se te viene encima

La hierba húmeda enfría

 Las flores insultan la belleza

Los ojos anclan los horizontes

Los mares rebeldes te engullen

Mas no olvides todos los puentes

A los desamparos, dale pasos

Las alambradas de sangre, sáltalas


 Imy

No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y