viernes, abril 03, 2020

No ahora

Sinopsis. Tras ver "autobiografía de un mentiroso" sobre Graham Chapman, uno de los componentes de los Monty Python. ¿No crees que se necesita la locura como método de entender al ser humano?

Deben existir muchos planetas, pero poco habitables para que haya tenido hoy la visita de un habitante del mundo Chapman. No había oído hablar de aquel espacio tan cerrado que en ningún momento se me había permitido entrar ni tan siquiera en su cascarón. Si, allí no tienen tierra, tienen Chap y claro así andan todos confundidos en un "Chav", en un sharp o un sap, que para gente tan poco silábica como yo, el caso era el mismo y para ellos, que hace años prescindieron de las etiquetas sociales, mentiras para aparentar que son fruto de un orden universal, cuando en realidad van cada uno a su bola; lo cual les permitía estar en un desequilibrio del que sólo desde fuera, intentaban vestir de "glamour".
El caso es que el señor servil, que les recibió, había dado tantos cabezazos y recibido tantos cacahuetes, que pensó que quienes se escondían en tanto y tanto rincones como había inventado para poder soportar los hedores tragados, le habían transmitido la realidad de su mezquindad. Verse débil y estúpido hizo que la careta de su chaqueta sólo fuera fruto de sus vómitos que le iban dando una apariencia de chaqueta única.
Ocurría que estos Chapmanes habían vívido tanto efluvios de ginebra que, básicamente, no distinguían entre las sumisiones de unos y de otros; tan era así, que a nuestro engendro del apareamiento de tron y corte, a ellos les pareció el final perfecto para ese ser adulador, como un jamón "de sabor ibérico"; llevados allí, porque la última noticia que habían recibido en el aparador de la casa del señor de los aros, muy conocido en el Planeta por ser capaz de mantenerse erguido sobre una de sus manos, prescindieron de las piernas tras una época encerrados en su casa, también a causa de una guasa que se habían corrido entre los pilotos enviados a recoger al pecador de la pastera que tenían montada entre corzos y ciervas y que había pintado muros a modo de tabletas de chocolate, que dada la escasez de gimnasios a los que se había llegado en aquella situación claustrofóbica había derivado en orondas orejas sobre las que se podían portar las más brillantes ensaladas que las defecaciones de aquel cerdo había soltado, no ya sólo por su, a no que vulgar, sino por su boca y narices que habían sido propulsores de mocos sin moqueros sociedad limitada a ser anónima para que no encontraron el salvoconducto que les indicara cuando uno acababa de ser un cochino suelto, muy natural y todo lo que quieras pero te ves atacado por la piara entera y se pasa de sus chillidos histriónicos a las más duras intervenciones taladradoras con que son premiados por el uno, que chupa rueda, de lo que se tragan los mercaderes aunque estos, a veces lo sacan al balcón para que como colgante boca arriba, adorno los trapos con los que encelan la sinrazón de tanto y tanto consumidor de hierbas sin opíar, como podríamos decir que sus opas fueron sacadas de flores criadas en malva, que en donde suelen sestear quienes durante años, sólo recibieron las caricias de los que se tiraban para ser alfombras y luego decir que sobre ellos las estrellas tintineaban, aunque a los habitantes de Chapman, más les parecía que tontoleaban, más que la Ava, que les habían mostrado una imagen holográfica que se vanagloriaba de a ellos, tan diferentes haberlos encerrados en una habitación sin luz, con vistas a túneles que habían perdido sus railes.
Y tras el cuarto Gin, en una tónica de sagacidad pero sin chorradas de frutas y guisantes por extraer sus esencias, esperamos el próximo envío masivo de post it mezclados con mala, incapacidad y brebaje inyectado en verano, para que aparezcan como útiles, seres voladores sobre alfombras de colores que entoñan más que un himno los polvos absorbidos por las tierras venenosas que les inyectaron en vena quienes luego, volverán a salir en algún otro libro de “Traidores” SA, para ser conocidos quienes habían tenido a sus marionetas, ocupando estrados, contertulitrados y otros trados a los que amamantaban de las ubres de sus otras criadas, porque a ellos, tocan los cojones, les gustaba un rato y para eso tenían a su retahíla pero que se los tocarán. Ni el más baboso de sus lacayos se debía acercar.
Hala, fabricar más y más, enviarlos como ofendiditos y venga, que ya me pongo yo. Agáchate que para esto si me sirves

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Siameses y mercader

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