Viajé, no tanto como hubiera disfrutado, al río Noguera
Pallaresa, un mito, para los piragüistas, en el descenso de cauces, sobre todo
por su gran volumen de agua, no tanto por sus trampas de piedras, sifones y otros
accidentes, que el tiempo me ha ido borrando.
Disfrute como un enano, siempre porque nos íbamos acompañando en un grupo de locos de este deporte y de estas emociones. Sort, el pueblo, era nuestro epicentro de comienzo, de final, de reposos.
Ante tanto volumen de agua, se tiene que ir muy equipado, de arriba, casco, hasta abajo, escarpines. Sin olvidarse de chaleco salvavidas, con elementos auxiliares que podamos necesitar utilizar, arnés, presa, y luego, rodilleras, y una ropa adecuada para la época del año. Llegamos a ir en Abril, el tiempo y el agua muy fría; se hacía necesaria una ropa muy técnica o un neopreno bueno.
Todo esto recordemos que era parte de la seguridad pasiva. Algo que existe ante de empezar a navegar. El estado del kayak también era parte de esta seguridad. Debía estar bien preparado. Seguro, que no se doblará para hacer una corbata, entre dos piedras, que te podía atrapar las piernas, poniendo en serias dificultades tu posibilidades de salir. Un cubrebañeras, ajustado que dejará pasar la menor cantidad posible de agua. Una pala buena, era un complemento final que te daba seguridad.
Una vez embarcados en este tren de olas. Empezaba nuestra seguridad activa.
¿En qué condiciones físicas llegábamos?
Deje de ir cuando me puse a controlar la piragua todos los días. Hubiera sido la mejor época, pero ya, entonces, no cuadraba. Como en todos los deportes, la práctica “hace al marinero”, interpretación libre, colgada, del dicho origen.
Muchas veces no lo quisimos reconocer ¿En qué condiciones psicológicas estábamos?
Nos daba confianza o teníamos confianza, y la dábamos, con las personas que viajábamos. No siempre eran las mismas. El cambio, también se notaba, para bien o para mal. ¿Se recuerda la primera vez que baje el Güil?, íbamos sólo tres personas, lo baje en tal estado de nervios que hubiera andado por encima del agua, con el consiguiente problemas de pagar derechos de autor. Toda una historia. Días después arropado por vitorianos e italianos, el pánico había decrecido
Se debe ir a una distancia prudencial; por un lado qué puedas dar apoyo, pronto; pero no tan cerca, en el que la velocidad del agua no te permita reaccionar y te hayas pasado al compañero, con lo cual, puede ocurrir dos cosas:
- Su material siga bajando, con lo cual podrías recogerlo y echarlo a una orilla. Bien fuera del agua, porque pasa muchas veces, que se queda a medias y “un golpe de agua” lo vuelve a poner en la corriente, de fuerza infinita. En el caso de que este piragüista hubiera sido arrastrado por el agua, también te puedes salir para preparar la cuerda de seguridad (otro elemento de seguridad activa del que hablamos), estando tú ya fuera del agua. Le lanzarías la cuerda delante o encima para que la coja y le puedas sacar fuera.
En la segunda situación, si tú, habiéndote pasado, ves que tu compañero tiene dificultades arriba, debes desembarcar de forma rápida, para subir por la orilla, no siempre es fácil, para dar ese apoyo. Por lo tanto, una cierta distancia siempre va a ser conveniente y necesaria.
La Noguera Pallaresa ofrecía muchos momentos de diversión, bastantes de tensión y siempre, siempre apoyo mutuo. No se debe ir:
- Tu no das confianza, que me pasó en varia épocas;
- Tú no tienes confianza en las personas que comparten esa bajada.
Como en todo es necesario tener prudencia, sabiendo lo que has practicado y en qué condiciones lo has practicado.
De un pantano puedes plantearte ir al Noguera. ¿Es una buena opción? Sería un buen momento para decirte “soy más tonto que el haba”. ¿Por qué? Te metes en una vaina que ni te va ni te viene
Existe la oportunidad de formarte. En la provincia (Tajo y Jarama, en la parte alta) o hubo una época que fuimos al canal Olímpico de Seu d’Urgell; aprendimos dos cosas:
- Los que ya habíamos ido a ríos con muchas dificultades. Lo zumbados que estábamos
- La fuerza que puede tener el agua, en lo que parece ser algo tan inocente como un circuito de agua controlada.
Creo que si, quien luego fue un buen palista a nivel internacional, Carles pudiera contar algunas de sus pesadillas que había tenido en el canal Olímpico, sería no parar de recoger a los descerebrados de Guadalajara que caían como las moscas que tiene a mano en verano mi prima con el cazador mágico.
Ríos de gran volumen, trenes de ola, muchísima dificultad por su velocidad y más dificultad en encontrar “contras” (os acordáis: cuando el agua golpeando más abajo, sube hacía arriba, porque había una piedra, más arriba, por donde no pasaba el agua descendente), pero mucho disfrute, montaña rusa de sensaciones, vértigo.
Bonitos parajes, bonitas experiencias, aprendizajes. Tiempos que nos hicieron, y nos han servido de enseñanza para tomar otras decisiones en nuestra vida
Imy
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