Me voy hacía
él, enojado, violentado, despertado y si, lo he encontrado rodando otra escena,
en nuestro mundo.
Te veo
explorando otro niño, ¿la Colonia?, con su padre trabajando a las horas que
fuese. Llevando alegría, cumplía para satisfacer capitales, aún no globales:
trazas un paisaje correcto, marginal, con ese “chav” que decidió que lo del
cole no le iba y que el paraíso se lo ponían más fácil en escapadas con maría
sin sexo.
Y te quiero
regañar porque nos ruedas en espejos sin artificios, sin mezcla pero me sujeta
el carpintero de tus escenarios, con su nombre desconocido, aunque sus
recreaciones sean perfectas; o no sé si es Paul, joder no me sujetes porque
también tengo para tí.
Hostias,
todos las veces que veo vuestras películas, me hacéis más rojo.
Sabes lo que
es estar feliz, en el nuevo y para mí, único pub de Guadalajara, La Bolera,
escuchar la música desconocida con Jordí, estar con las dos hermanas, ¡cómo me
gustaba una! ¡un perdedor!, un looser; un día, arrojado, necesitado de
sentirla, baje, pare el coche encima de la cera, cerca del río Henares, para
verla cuando iba a coger el tren para ir a la Universidad; pero nunca supe
decirla que la quería aunque me hubiera sacudido como sopapo un no. Ese era nuestro
tiempo y allí tu protagonista, junto con otros dos y la novia, me imagine el
equilibrio de clase y sin embargo, fue la última vez que les vi juntos,
felices, por la armonía del momento, por estar soltando nuestras barriadas.
Jóvenes sin
ganas de quebrarse la cabeza pero que parecía que salían adelante. Y la música,
pero, sin decírmelo estaban en una mina, y uno de ellos no salió, lo sabéis,
vosotros, porque en vuestros relatos preguntáis a la sangre en lágrimas del
silencio confinado de la madre en un laberinto que estuvo siempre lejos de sus
actos. Porque veréis al padre, como a tantos padres de nosotros, en su trabajo,
en su partida y sus estallidos por vagar en veranos al fresco que te ha dado
alguna asignatura suspensa, padres que labraban sudor.
Mama
ya se había ido. Y José, futbolista de barrio, también; tres contra él y gol de
nuestro héroe; nosotros sólo, en mitad del campo, narrábamos, lejos de
problemas, nuestras victorias con sus goles.
Meteréis
también, como el barrio se ennegreció, vuestro protagonista, ha tenido que
vender el piso, también en nuestro barrio marginal, pero infinito. Le ha dejado
la chica que le amaba y sí, en esta sociedad, que me muestras, de emprendedores
con cadenas, él se hizo zombi antes de todas esas sagas y nosotros nos hicimos
zombis con cartas marcadas por nuestros dueños, que nos cebaban.
En una
plegaria para el hombre, Ken, síguenos buscando
Recuérdanos que somos trabajadores, siempre.
La cadena más larga, nunca nos dará libertad
2 comentarios:
Me haces recordar y pensar gracias AMIGO
Me has hecho recodar y pensar ,gracias AMIGO
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