No es fácil
ver a un ser humano grande, en todos los sentidos, dolido por tantas y tantas
impotencias. Una era pensar que su padre creyera que le había abandonado; sabes
que no, la cabeza de él recibía cada beso, cada caricia que le has enviado a un
cuerpo de 89 años que ha luchado hasta la extenuación, entre otras cosas porque
ha vivido los últimos años, feliz cinco meses en el pueblo, alegrándose de ver
como aumentaba su familia, por el acompañamiento de sus hermanas Y siempre, en
Madrid, con Alicia y Jesús, en Huetos con Gerar, arropado, arrullado, envuelto
en mantas con dedos de caricia. Aunque ello llevará aparejado momentos donde el
pequeño Gerardo se descomponía cuando el padre se lanzaba a lo que siempre nos
hemos imaginado todos, que somos únicos, que ya lo hemos vivido, que podremos
con ello y por eso salir con el Sol martillo al yunque ardiente de la calle de
Julio, no tiene ningún peligro. Excepto si te veía Gerar, su regañina, sufrida
era el agua en el que se había regado tantos y tantos años de amor mutuo
Cuando hoy, en un primer momento, veía a Gerar, sentía que quería abrazarlo, pero no sólo yo, desaparecido, sino tantísimos amigos, porque es amigo de sus amigos; tantísima gente que descubre su entrega a Huetos, su cuidado por los pequeños detalles. En esta época, durísima, que nos ha hecho darnos cuenta de la importancia del ser humano por encima de tantísimas cosas que teníamos endiosadas, él nos organiza, y nos cuida porque ha tenido un padre y una madre que han sido maravillosos, que le decían "Gerardito no toques la radio, Gerardito estáte quieto..." y él lo contaba orgulloso porque en esas quejas veía las gotas de lluvia del abrazo que le ha quedado de por vida.
Alicia y
Gerardo han recibido hoy cientos de flores de abrazos, los que ven en los
mensajes llenos de las pequeñas vidas que han vivido con cada uno de ellos. En
fiestas, trabajando, paseando. Vivieron la entrega plena de Gerardo para
ofrecerles un futuro. Los pasos pequeños de ahora, le llevaban el último
verano, sobre todo a la silla de debajo el Nogal, ahí se sentaba, asentía si era
el caso y de vuelta, "las piernas".
Desde el sonido de la flauta de Kepa, nos soñamos con el violín de Santiago, para recordar a él, Florencio, María Asunción y Gerardo que nos enseñaron a luchar por los suyos, sus ilusiones, sus sueños. Es durísimo perderlos, le escribía ayer a David, pero la fortaleza que nos queda es percibir que la tuvieron ellos, para aplicarla y nosotros la deberemos mostrar, aunque tengamos derecho a una tristeza infinita, como un horizonte al que no llegamos. La belleza, que cantaba Luis Eduardo Aute, fue sembrada por tantas personas, que buscarla en las pequeñas cosas es nuestro homenaje.
Hoy la
plaza, sigue en silencio, esperando las vocecitas que tardarán en llegar, pero
están, pero somos, porque fueron;
Levantar la vista para buscar la piedra del Milano,
Oír el toc toc para ver que quiere el pájaro carpintero,
Oler la primavera de las lilas amamantadas por cuidados,
Saborear los frutos que nos ofrece el invierno pasado
Sentirnos tocados por la piel de quienes nos electrificaban en cuidados de vida
5 comentarios:
Muy de dentro para abrazar mejor.
Gracias por poner con palabras lo que muchos sentimos.
José bellas palabras.
Muy emotivo. Gracias
Has puesto con palabras,lo que quise expresar con mi música....un abrazo.
Preciosa y emotiva despedida de y para un amigo.
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