Los pájaros y zorras tenían un festín por aquellas tierras. Las uvas les hacían promiscuas proposiciones a su placer por devorarlas.
Un puente medieval separaba dos mundos. Se había acostumbrado a seguir su orilla que le parecía lo máximo a lo que podía aspirar. Lo que escuchaba en la otra orilla era a Bob, Lou, Nick, Bruce y sabías que aquello era tan maravilloso como inalcanzable
Por alguna senda , menos habitual, Van y Leonard se te cruzaban y tenías que parar porque era de una belleza suprema; ni él, ni nadie se atrevía a lanzarse por el barranco por muy pequeño que pareciera.
En alguna riada se habían ido Amy, Janis que habían caído al cauce, al que te lanzarías para acompañarlas. Por lo que fuera, rozarles llenaba momentos y alguna vez, las letras se hacían visibles aunque antes las creyeras ocultas, escritas con tintas fantasmales.
Me agarre a la barandilla por el vértigo que sentía con la nueva vida. Aprender a tocar un instrumento, en los primeros momentos pareció que todo seguiría igual y me sentaría a verles entre aquel carrizo.
Enfrente, en aquel espacio inaccesible, estaba Sinnead, la echaban siempre de mimbres para desparecerla. Alfonso desde un sofá sonoro la dio sentido. Incluso al hecho de obligarle a tirarse al agua por si las aguas no fueran profundas. Lo eran.
. Drive all night, Jungleland, cualquier canción que te pudiera sorprender y quebrar de Dylan, estaban tan lejana a lo que s podía ofrecer.
A Will Brown en un 28 de Septiembre de hace, casi 100 años, le conocían porque apenas podía moverse,
Se alimentó lo irracional que no se debe focalizar en una bestia, superándolo nosotros, humanos.
Describe Nieves Congostrina aquel escenario dantesco. Cerebros clamando por sangre por encima de neuronas
La voz de Will era la de Janis cantando Me & Bobt McGee, taladraría un bunker, no a la masa humana clamando por sangre, fuera o no inocente.
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