Dejó de viajar y andaba, de pronto, entre las lejanas sendas del calor del cariño de Maryse, Jacques, Karo, PJ y Brö y le regaban dentro de algunos de los actos por los que se quería cambiar el mundo.
Estaba anclándome a unas raíces donde el horizonte se rompía con pasos y mis brazos dejaban de tener fronteras e intentaban llegar tapar los agujeros infringidos a Berta Cáceres, Luis López, Salma por sicarios que sólo eran un "pawn in their games" de los poderosos.
Pasó hace años, ahora se oye más, en medio de viajes a resorts, con prohibición expresa de salir a la realidad; fue la conciencia de no tomar aviones, de reducir el impacto sobre el medio ambiente
¡Qué estupidez! ha llegado a una madurez en el que se asoma al balcón de la nada y tiene derecho a mostrarse como un pequeño triunfador.
¡Perder una foto en la olímpica Paris!. Esa que se ando, con una hora de medio sueño, en una cama móvil de las de ahora, pero hace 30 años, para descubrir cada locura insertada tras las escalinatas en una mirador a la ciudad que despertaba. Todo, ahora parece una escenografía, para que el martillo de capitalismo clave las puntas de un ataúd para la democracia. La Francia que la minimiza y destruye; es la inocencia que perdimos después de ser asaeteados y traspasados con la palabra Venezuela, deseable por los especuladores, que aún no la tienen, y por eso, la embargan porque a los débiles se les puede pisar, denostar y justificar a través de mercenarios
Las ruedas, una vez más, se pincha para la elección del pueblo. Los conductores, dueños de la irracionalidad, muestran escenografías imposibles. algunos se conforman con oler el jamón para decir que ellos comen jamón. Luego los mordiscos se lo dan al jamón York, pero el Olor, ¡dios, el olor! me llena de aire aromatizado la barriga.
Escuchar a Melenchón es descubrir que existe otra posibilidad para el mundo de las armas y la destrucción.
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