Andan por ahí, defendiendo el peligro del viernes. Yo he escrito un pequeño libro de autoayuda, pero claro no para mí o una persona; lo he hecho para este día.
Bien está que suceda al día 13, que vaya y se caiga en un Viernes; le empiezas a mirar, tenebroso, retorcido, taimado, a veces, violento, no son adjetivos muy halagüeños pero tu pones los puntos sobre la u y lo entiendes mejor.
El problema es que estos últimos años, han hecho que coincida con el comienzo de curso. Ahí, creo ya se ha ganado el odio entero; podríamos decir que no hay nadie al timón; la pregunta es como se le ha ocurrido a una administración hacer coincidir el final de la felicidad de las noches de veranos de niñas y niños con tal fecha Viernes 13
Aparece la primera estudiante, intenta, la profesoras, sonreírla para que tu propia negra noche se olvide de las innumerables interrupciones del sueño. Lanza la alumna tal mirada que se convierte en un espejo en el que se refleja todos los miedos de la profesora. El único alivio para esta es que está acostumbrada a escribir sobre una pizarra negra y de alguna manera es como ¡bueno ya tengo la base para poder enseñar!
Cuando detrás, llega el aluvión, el silencio de sus pasos, de sus voces ahogadas sobrevuelan ingrávidas como un cuchillo enloquecido al que temes se incruste sobre cualquiera de ellos, los auxiliares de control o ella misma.
Nuestros ya míticos "conserjes", les producen un alivio y de alguna manera, una roca segura sobre el que agarrarse con las uñas. Estas las tienen débiles y por ahí, algunas gotas de sangre, nos sobresaltan pero bueno, llegan rodeadas las hueste de los primeros de la ESO, buscan protección, de alguna manera están consiguiendo mimetizarse con la leve penumbra que ya tienen las 8h15` en este Septiembre que amenaza con constipar a los que no saben si es principio de otoño o final de un verano que se nos mostraba como invencible en sus principios y se nos ha mostrado como finita y sobre todo, huidiza y tramposa porque no ha tenido ni recursos ni arrojo para protegernos.
Avisos, normas, más órdenes, reglas, hojas, cientos de páginas que la anclarán a una silla, que en otros siglos, la llamaban de tortura. Esa es la perspectiva que les va presentando las sucesivas profesoras y maestros que se van sucediendo durante toda una mañana, como preparados a la salida del túnel del "tren de la bruja", para darnos con cada una de las partes de la ramita que hemos nombrado más arriba.
Cuando todas salen al patio, se buscan entre los compañeros del año pasado, entre quienes estuvieron en el mismo cole.
Ese día, va perdiendo las puntas de fakir que habían recorrido desde que sonó la alarma o la voz de la madre se convirtió en una llamada para negarla. El contacto entre sufridores alivia la cara oculta a la que deberán regresar tras un timbre y una canción que podría tildarse en ese momento, como "la más odiosa del verano", en contraste con la que le "ha tamborileado durante los días de verano" que diría Amaral.
Nadie debiera poner un Viernes 13 comienzo de las clases, si no quiere que ese fecha tétrica pierda todo su oscuro valor, porque la conjunción de las estrellas de cada una de las alumnas, destruye hasta los más sombríos sistemas solares.
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