Caes al suelo, ruedas como una piedra. Hace años una herida se ancló en el corazón. No hubo un compromiso, ni tiritas y ahora que te levantas miras por otras partes de tu cuerpo; bueno, parece que podrás seguir
No, no vas derecho a casa; toca rodar y observar sólo coches, como días, que pasan sin parar con momentos de más o menos fluidez.
En cada uno de los habitáculos existen pasiones, dudas, insidias o pánico; nada te pertenece. Son formas y luces que se suceden, a la vez que intentas ir ordenando tu música o el tiempo restante para realizar diferentes sesiones.
Japón nos vence al fútbol en la sub20 de chicas; nada importante, salvo para las estadísticas. En matices, puede haber gloria; en el trabajo, continuidad, ojalá se la den, con medios y profesionalidad.
Al lotro lado de la cámara tenemos a Willy Veleta visibilizando algunas de nuestras derrotas. Una mujer es expulsada de su casa.
Una jodía cinta de plástico parece ser el detonante de la explosión de ira de un policía, mientras furgones acompañan, como a un dios contemporáneo, en su carro de fuego a las estrellas, a un presidente de un club de fútbol que ha querido arrodillar a otros vecinos. Con estos, las bromas y las cintas, no sirven, tienen contundentes querellas criminales y abogados preparados para presentarlas y hacer callar la soberbia de ese aprendiz de Elías.
Rueda, vale, vale, graba el periodista la derrota del ser común y vemos a un gobierno "progresista" destruido por su inoperancia para dar soluciones a estas personas.
Se lo dicen en La Revuelta, antes que empiecen en las calles. La vivienda, cuando es un derecho constitucional, no puede ser un bien especulativo.
Rodar cuesta abajo mientras se graba las pamplinas inoperantes
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