No ha helado todo lo que se podía esperar para esta época. Yuri se ha levantado demasiado temprano y después de tomar un vaso de café, con el aroma que siempre le hace enloquecer, ha salido al campo; piensa Marguerite que podría esperar un poco. Existen tramos donde el hielo se acumula día a día y ahora ha convertido una zona en un pista de patinaje.
No le dice nada; sólo le pide que lleve cuidado. Él coge el hacha y unas tijeras y se dirige a podar los árboles frutales. Está contento, ha conseguido que hayan crecido lo suficiente para empezar a dar esas manzanas tan especiales. No les ha dejado crecer hacía arriba, no tardará mucho.
Ayer fue un día especial, ha tocado, por primera vez, con una banda municipal. Cuando terminó todo, pudo hablar con diferentes compañeras; la verdad que ha podido comprobar como la música ha estado presente desde los primeros momentos de sus vidas; se siente un poco avergonzado, porque su osadía fue, casi, demencial. pero había que tirar para adelante. Sabía que era una de las cosas que le hacían sonreír y animar a provocar a aquel retador.
En fin, era el único contexto donde lo podía hacer, nunca pasaría de ahí. Yuri va pensando en todo lo que ha ocurrido durante esa larga hora. Cuando vuelva, tocará otra vez Puenteareas y pensará sobre los siguientes pasos.
Han sido cinco largas semanas, con ensayos continuos; son pequeños trekking musicales para llegar a un monte. A lo lejos intuye que el campo base está a cuatro mil metros de altitud con lo cual, no le queda otra, que terminar pronto, y dar un repaso a todo lo que ayer le dejó tatuado sus limites actuales.
Cuando empieza la poda se centra el quitar las ramas interiores, las que han tirado para arriba, las que se molestan entre sí. Tiene unos buenos guantes y evita que a esas horas le vuelva a sangrar el corte que se produjo ayer.
Está en periodo decreciente la luna y no quiere jugar con su suerte; hace poco unos de los frutales se secó y sigue dando vueltas al hecho de si sería por alguna imprudencia como llevar las tijeras a mano en algún día de luna llena y esa fiebre que le entra por hacer algo no le corresponde. Siempre ha tenido en cuenta que el árbol se la devolvió.
Los que llevan más años, siempre lo han respetado.
La música y el manzano; devuelven, con creces, el cuidado que reciben.
La mañana es fría, utiliza el ritmo de la poda para seguir trazando futuros
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