Han empezado a llegar toda la gente del famoseo. Vestían trajes espectaculares y un porte de quitar el hipo. Ella, de forma sucesiva, se ha quedado mirándoles a ellas y luego a mí.
Si, es doloroso tener siempre pendiente de mi a ese pendejo. Tiene que madurar, debe enfrentarse a su invisibilidad. Lo ha vivido así durante muchos años, más de medio siglo y no formar parte de esos que desfilan delante de nosotros, no le quita valor a todo lo que ha ido realizando en ese tiempo. Me descubrió bajo un puente que está en el río Liffey, pasaba corriendo, así durante un invierno, como si su vida fuera sólo escapar. Me miraba, de vez en cuando dudaba de dar el siguiente paso, parecía trastabillarse pero continuaba en su carrera circular.
Un día, y por eso no se da ningún mérito, me dijo que primero durante otro año anterior, enfrente del Trinity College y de la primorosa libreria Upstair se quedó admirado que aquellas personas mantuvieran su15M, les visitó, se quedó quieto sin saber que hacer, veía alrededor suyo mucha efervescencia, creía que lo importante era permanecer, dar muestras de su compromiso por la sociedad, pero no actuar. En Galway pasó lo mismo. Tras un tiempo, todo aquello desapareció. Él, ufano, creyó haber ganado.
Me confesó que se había diluido en lo cotidiano; que, incluso, a las marchas de la Dignidad, las escondió, delante de la voz de un rebelde al que nunca más volvió a ver, de quienes le debían escuchar por algo insustancial. Desapareció el diferente, se disolvió la ilusión.
Le dolía, haberse dado cuenta de la germinación de aquellas semillas. Había algunas que ya tenían los genes de los seres interesados, vendidos a sus apariencias. De aquellos días, alguien le confesó que cuando esas semillas se habían arrojado en algun Laboratorio 2, aquellos ya se friccionaban y copulaban con sus capacidades de traición.
Eso no era lo importante, lo era su ocultación y falta de apoyo a las verdaderas semillas nacidas en medio de una hostilidad, sólo encontrada entre los psicópatas que creen poseer a un dios, a una nación y cometen, según sus creencias, deicidios con sus tomas de justicia, producto de sus cerebros enfebrecidos en mentiras y en altares donde practicar sus vudús. A la vez, que ayudan a la partición de su mantra, patria, por su odio enfermizo ante el diferente. Algunos creen que lo hacen contra los habitantes de algunas tierras en particular; en realidad, empezarían por ahí, y llegarían a marcar las personas en sus propios barrios para señalar a los diferentes; en alguna noche de los cristales rotos, les atemorizarían hasta su banalización. Lo hacen ahora, impunes, en su territorio colgando un muñeco que representa a quien no les ha dejado gobernar para su codicia.
Él, me repite, que, empezó a hacerse visible, aunque fuera sólo en algunos escritos, pero que, se postró y soñó haber viajado, otra vez a Dublín, Galway, para volver a visibilizarse porque, en aquellos días estuvieron y ahora, apoyando a Palestina, están.
Si saliera de aquel túnel con camino a la nada, les daría las gracias por aquellos días y por hoy. Se pregunta hasta cuando puede existir una sociedad que se diluye ante un Genocidio.
No comprende occidente que se ha alimentado de las otras sociedades explotadas y empobrecidas para haber sido ricas, opulentas ensimismadas hasta haberse desangrado en dos guerras mundiales, pero que ha llegado un momento de no tener miedo a reconocer su egoísmo, enfermizo.
Le atuso el pelo, le hago ver que nos han enseñado a vivir el momento y no somos capaces de reconocernos en lo que fuimos y estamos atemorizados por perder lo poco que tenemos. Por ello, nos entregamos a los insaciables que siempre están en los puestos de mando.
Le digo sí, hoy estamos sobre el Liffey, agitando la bandera Palestina y clamando por la libertad del pueblo palestino, pero no como ente abstracto, sino esas niñas que con su madre, son parte de una fotografía cotidiana en nuestra sociedad.
Si, queremos cantar en nuestras viejas ciudades: "stop al Genocidio del pueblo Palestino"
No hay comentarios:
Publicar un comentario