domingo, enero 14, 2024

Mis conversaciones

   Mi libro se retrasará por tiempo indefinido.  Sobre el escenario alguien habla sobre la belleza, la canta pero no conoció la cadencia de Luis Eduardo Aute; me conmueve cuando pienso que se lo tengo que enseñar, porque no es para describir la sensibilidad que se deslizaba a través del autor.
  
   Con mi cabra, cada vez, debo reconocerlo hablo menos y no es porque no sepa de la vida. Es la caña, por picarle, le saco el tema de hacerme televidente de los "partes" más comunes que escuchan los que se dicen que están en la media. 
    Esos momentos, esos días, no he visto a nadie más cabreada que la cabra. Desde luego, me niega el saludo y dice como pongas el "mi" delante de cabra, te embisto y te lanzo en medio de lo que están rezando el rosario por las calle. 
     Para que negarlo me asusto, tu fíjate si después me confunden con un maniquí y pimpampum. No estoy ya para esas cosas. 
      
      El caso es que es muy reflexiva, la cabra; se calla, empieza a hacer como que rumia pero el asunto es que le da muchas vueltas a las cosas. No es el caso de Yolanda Díaz, que le dicen habla con Podemos y te pega un respingo que menos mal que no es cocaína porque te coloca en un periquete.
      Nuestro interlocutor es tranquilota, mueve la boca, una y mil veces, te mira con esos ojos que puede estar mirando a Madrid o a Barcelona, bueno hoy no, que cualquier a los de Canaletas tras el 4-1.
      Después de un rato, me intriga el motivo de su enfado; digo no será porque ya no te hablo del kayak, porque cada vez, voy menos a practicar en el río. Su cara ante esa insinuación es de menosprecio; sabe que nunca fue un buen piragüista que nuestro querido Antxon nos recibía con su gran humanidad y la consciencia de lo descabezados que éramos por meternos en algunas de las aventuras a la que nos llevaba algun peligroso río.
       Le hablo de alguna cosa más; no muestra el mayor interés. De repente por lo que sea se me aparece la lista Forbes en el cielo; como los millonarios están ganando un 27% más en estos momentos de crisis, de guerras. Al contrario muchos de los que pululamos por ahí, nos preocupamos si uno no quiere estar contigo, o con aquel o con algun otro; nos cabreamos, nos preguntamos: ¿pero como puede ser que no quieran estar con nosotros que les ridiculizamos y odiamos por encima de nuestras posibilidades y porque nos lo dicen algunos telepredicadores?
        Pasan las semanas y la cabra se ha dado cuenta que seguimos con nuestros raca, raca; nos oye que en los centros de salud, las colas de enfermo se salen del edificio. Nos lo escucha decir de la forma más natural y resignada del mundo.
         No para, la cabra, la muy cabra, que sigue mirando al cielo, que salta como para darle cuatro empellones con los cuernos y, si han pasado cuatro horas y como a modo de idea, pero no muy convencido me digo
                     ¡lo mismo teníamos que obligarles a esos ricos, que se van a morir, que a saber lo que serán sus hijos, que ya nos hemos calado a sus dioses y reyes que nos lo ponen como venidos del más allá, pero que en realidad, nos paralizan en la toma de conciencia de nuestro propio!

                 Es decir en voz alta eso, darme una empellón la cabra como diciendo,
                         Si, hombre si, pero ya, de una puñetera vez
           El animal se queda más pancho, que pancho; yo con el culo dolorido, insinúo de tumbarme
                     ¡para que quiero más! ¡qué se viene a por mi!
  

     Coge una hoja y me escribe, porque si es mucho de usar el bolígrafo: "Te das cuenta de quien domina el mundo porque siempre te hablan de dinero que ganan los pobres, no del dinero que te roban los ricos". La madre que la parió, ¡tiene unas cosas!.

     

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