Encontré su diario detrás de las cortinas, donde se supone, yo me había escondido tantas veces de pequeño.
Describía estos tiempos con una precisión milimétrica. Contaba como, esta vez si, Antonio Maestre creía haber encontrado la criptonica que terminaría con Podemos y empezaba a cavar, como el otro ser que creyendo que había oro debajo de su casa, hizo un agujero en el que cayó y parece ser que se mató; nuestro inefable periodista caía pero no lo suficiente, dios no lo quiera, para matarse, si que se hundía lo suficiente para que tuviera que ir su tocayo y le dijera: si no fuera por tu fidelidad a mí y tus pocos complejos para lanzarte a embestir a ese partido; ya me hubiera cansado de tantos topetazos que te vas pegando.
Salía ella, brillante, esplendorosa, iba bajo el paladio que le ofrecía la pareja mediática del primer salvador. Nuestra Yolanda, andaba con un porte y una gallardía que pocas veces se ha visto entre tanto zafío que tiene que preguntar que vota, y no se asusta de que le voten a él, que no sabe lo que vota y piden que se lo confirmen (vamos como lo del perro de San Roque). Comentan que ya en sus 20 años en la política, a parte de logros se ha ido revistiendo de su capacidad para medrar, trepar y traicionar en los diferentes lugares por donde ha ido pasando. Pero, ahora, AHORA, creyó que la invistieron reina; lo rechazó, pero los medios audiovisuales, la dijeron: ¡eres divina! y ya no se bajó ni del altar, ni de la burra y ahí anda con capa, corona y un bastón de mando que por lo que parece le impide convocar consultas dentro de la amalgama de partidos a los que cree pastorear (¡vaya broma me ha salido con Pastor!, ¡qué fuerte!, ¡tengo unas ocurrencias!).
No podemos negar que desde lo lejos vamos apreciando como el palio, parece ir cayendo sobre ella y nos produce, más de una vez que su aura de buena gestora del ministerio de Trabajo, ¡ay Casero, Casero que alegría y alivio nos diste! va siendo aplastada por las taimadas alabanzas que de forma torticera va poniendo como zanahoria que sigue, la otra parte, burda de la pareja.
Y ahí, andamos, viendo como aquel denostado Pedro, al que salvamos, calculando como instaurar otra vez el bipartidismo; él con un partido socialista en el que se pisaban el cuello, entre ellos mismos y el partido instaurado, defendido, salvado del antiguo regimen. Contemplamos, por un lado risueños, por su capacidad digna de Mortadelo para disfrazarse y sobrevivir a tan variadas cuchilladas que se le lanzaron; y por otro lado, entristecidos porque con sus maquiavélicas maniobras sabe que desactiva a una parte muy grande de una izquierda necesaria que nunca podrá aceptar ni un rey, ni el estado de las cosas de los poderes económicos que ceden muy poquito de sus ganancias y su control de la sociedad.
Si, nos viene a la memoria el oráculo del Tajo, que pontificaba sobre su sabiduría, pero que sólo le fue, un poquito reconocida, cuando desde los indignados le hicieron un cierto casito.
El escribiente pone esto tal y como lo encontró detrás de aquella cortina, y la parejita, siempre bien y feliz porque el amo, por su disciplencia, les paseaba en el avión.
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