Los Rodríguez cantan "diez años pasados".
No, es ese el tiempo exacto, diez años en el que todo empezó, ni existe ninguna sala de espera; no somos lo mismo que entonces, pero admiro a los que son casi igual.
Orgullo por haber pertenecido a una primera toma de conciencia colectiva que denunció las fechorías de quienes se alternaban en el poder y que fue castigada con la mayor de las miserias humanas que no reciben castigo, porque esos aquelarres de trampas, mentiras, persecuciones se organizaron desde los que redactan leyes y los otros que las reinterpretan y las ejecutan sobre seres humanos.
Tristeza por no haber estado cuando se formó aquel partido que tiene que ser muy peligroso para que se haya vertido sobre ellos tanta canallada y se haya permitido tanto agresividad y se haya pagado a tantos traidores.
Nos invitan, diez años después, a volver a empezar, pero más sabios, no permitiendo que los errejontrepas, envanecidos por los villanos mediáticos, se coman las magdalenas de la buenura que sólo se reparten entre los que aceptan arrodillarse ante los poderosos que, tanta tranquilidad te dan, como sumisión y desaparición aceptas.
El sueño de empezar a viajar hacía un Itaca, no se sabe si grande, pudiera ser que pequeña, sabiendo que sonaran músicas para la rendición, la pereza, acompañadas, aunque parezca mentira, por las olas, como orquestas que apacigüen tu estado de alerta, hasta que tarde te des cuenta que has corrido el peligro de haber sido engullido por un Océano, que al rato vuelve a estar tranquilo.
Encontrarte atrapado en una cueva, sabiendo que el tiempo empieza a pesar, que en las cartucheras, los enemigos, tenían cientos de balas; unas veces, para matar la voz a un Alberto, al que silenciaron, otras veces, para disparar escritos falsificados al que algun inocente le hacían leerlo con malicia para buscar colaboradores necesarios; siempre para crear señuelos de glamour y reconocimiento para que con su pólvora acallen a quienes han sido honestos y consecuentes hasta el final.
Será la magia de Dylan, que nos hagan fijarnos en cada grano de tierra, como esos garbanzos que nos evitan nos equivoquemos ante los señuelos trampa que nos hayan puesto los Cíclopes,
Si os escribo porque desde dentro de mi corazón, se deslizan los sonidos de la armónica que enaltece con la alegría, que adormece al monstruo.
Narrar los que nos hemos ido dando cuenta de salir de las cuevas de los rateros y de la oscuridad de la soledad, porque lo que sentimos es que no perdimos la razón; proclamo la belleza de la voz de Dylan que no nos abandona porque es el faro que nos sigue guiando a sus 82 años y la fortaleza de quienes volvieron a la playa a coger de nuevo el barco, dejando a los mercenarios embriagados por el tintilíneo de las monedas por las que se vendieron.
En el horizonte sabemos que deberemos dormir, porque el tiempo será largo; que hablaremos porque ya rechazamos callar. Diremos que no sabemos, ni queremos vivir de otra manera, porque la gente no se entera. Y sobre todo,
"no queremos volver atrás", aunque tengamos que conducir durante todas las noches
¡Conocemos a tantos Clemons que nos tocan, como ángeles, el saxofón en un compromiso!
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