sábado, enero 27, 2024

Polcas y suposiciones

 Había empezado a practicar yoga. Se quedaba sobre un pie, se sumergía en la visualización y contemplación de la parte más recóndita de su cuerpo. 

  Hasta ella llegaba de una manera segura, nítida, arrítmica; lo que iba a buscar en las cuatro siguientes noches era converger con quienes en esos momentos mantenían un cierto poder. 

   Miraba a su alrededor y observaba en el lado derecho, la peana donde habían dejado, bien ordenados, todo una serie de personajes que debían aplicar las leyes. Pese al gran número de miembros, agitados en su vida particular, allí yacían según un orden. El que habían puesto en sus vidas, para lograr un lugar tan confortable, en el que se hallaban ahora. 

   Alguien pudiera pensar que quedarse quieto, en aquel pequeño espacio, puede ser algo incómodo, triste, repetitivo, claustrofóbico; no tienen idea esos seres que piensan acerca de sus míseras vidas. Fuera de esas horas, se les abren la puerta y corren, twittean, dicen burradas, van a las iglesias, se refocilan con empresarios, aquellas inmensas horas memorizando textos, ideas, les ha abierto cielos paradisiacos en tierra.

    Desde ese pequeño atril, por otro lado, se hallan subidos a un faro privilegiado; que si, que es verdad que no se desplaza, pero tiene esos 360 grados de giro para ver a los que penan, o tienen enfrente problemas de todo tipo, y luego a los lados tiene a sus acompañantes a los que observa con un cierto tono, unas veces de resquemor; otras, de admiración; muchas, muchas de flipar, por lo que imaginan, como si el estudiar tantas horas, le hubiera dado la magia de descubrir la mente de los demás, mejor digamos de sus enemigos, y no los actos de sus, correligionarios, porque ¿Qué es la vida de un estudiante de Derecho, si luego no lo aplica bajo sus convicciones más íntimas, a las que ahora ha domesticado? El estudiar los grandes manuales elaborados por el ser humano, para ser interpretados desde una creencia, eso, aunque pudiera parecerlo, no es falta de respeto a quienes se dieron esas leyes.    Son exhibiciones de las mentes, liberadas de la decencia del respeto al prójimo para aplicar lo que cada uno cree que le están diciendo unas escrituras. Gracioso es, cuando se descubren ellos mismos discutiendo y negándose, sobre lo que es el orden, lo que es objetivo, lo injusto y las ejecuciones o rebeliones que realizan quienes siempre se han visto sometidos a esos vaivenes que sólo son fruto de un ansía de poder.

    Defienden con vehemencia ese estrecho status quo, para que no se mueva esa estantería. De verdad en cuando se ven domados en su espíritu porque observan como cae y se destroza "alguno de los suyos", que quisieron poner a la luz tanta indigencia moral. Es tal el estruendo y durante tanto tiempo no terminan de recoger cada uno de los cachitos en los que se deshizo aquel, su compañero, que se conforman con el silencio, y la falta de movimiento porque lo que les dio su sacrificio no lo quieren destrozar en esta pasajera vida. 

     Narcocorridos a ritmo de polcas y por supuesto, ¡no se agiten!, sobre suposiciones. 

    

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