Hace ya tiempo "race" de Toni Morrison, fue una opción de lectura, como tantas otras que hoy mueren en la información rápida de algunos tweets u otros podcast que han sustituido a las tardes con Gemma. Hoy, todo es más inmediato, aunque sean diferentes, por exhaustivos, algunos; más festivos, otros.
Otro Tony mete una canasta con un balón de fútbol desde el otro extremo de la cancha de baloncesto. Alguien quiere aprender a tocar un saxofón y escucha el tiempo que le dedicaron sus profesores. No pasa nada, no habrá excelencia pero si banda, al menos eso quieren algunos creadores
Se acumula trabajo sobre la partitura que escuchó en otro saxo; la observa, ya se va llenando de matices y de otros ritmos; cuando la apareció, un poco, la minusvaloró; de repente alguien, que estaba por allí, le avisó de cada uno de los muros y trampas, y le volvieron a repetir, ve despacio, metrónomo y pie; el segundo siempre debe estar cuando el primero se debe esconder por deferencia.
Volver a donde empiezan los niños, ritmo y movimiento, para que cada saliente sea un lugar de llegar al siguiente. Tiempo de ruidos, incluso para esto; se arroba uno cuando un profesor le pide paciencia; en el inconsciente está llegar al futuro, pero no para en ese paso que debe superar. Simeone lo describe muy bien, partido a partido y este es en el que estamos ya, y por fin, él ha empezado a confiar en sus jóvenes venidos de la cantera y por aquí, pese a un pie que pueda ir unas veces, por soleares y otros por batallas de hip hop; el darle tiempo a los pequeños detalles de andar y tocar; el ofrecerle tu esfuerzo a pronunciar cada intrincada nota como si fueran las palabras que te faltaron para quien pudo ser viajera de mundos compartidos.
Toni cuando tira a la canasta traza espacios como nuestra Toni va deslizando los mundos que les iban cayendo, si podían, para aplastarles. Los describe para enfrentarlos.
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