"La vida es corta, no es tiempo para pelearse, mi amigo".
Existe la violencia financiada por las riquezas, voceadas por los medios y esparcida por los politicos que comprendieron que serán útiles si son capaces de devolverles el poder a los primeros; sino saben que serán exterminados en la nada.
Luego están los recopilatorios de cantadas. Ayer la de Poussin, con el Zaragoza, entremedias ha habido otras, pero a mí, me sigue viniendo a la cabeza la que le hizo un jugador del Rayo Vallecano a Iribar, cuando este andaba ya sobrados de méritos y alguno que otro año.
Cuando tienes una cierta memoria también te acuden los recuerdos de lo que has ido escuchando a lo largo de los años. El búho es muy de observar, fijarse y actuar; con el oído, aunque aún este dolorido y ensordecido, pasa parecido, oyes, escuchas y eso es el inconveniente, que como ser humano, la mayoría de las veces no actúas.
En un bosque, el de la familia de los estrígidas, aguanta el tiempo, enciende sus focos internos para cuando llega la noche y si se pone a tiro se lanza y ya tiene su comida el ave rapaz. Suele jugar sobre seguro; no quita que de vez en cuando, le salga una presa rebelde.
El humano es otra cosa, no tiene aguante, se sienta con la intención de escuchar, por ejemplo, el avivir, dentro de un rato y sin los churros de Ramón Lobo que te iban entrando por el paladar donde se habían posado; el comer te adormece y le escuchabas un rato más; de repente, te venía a la cabeza: limpia, lávate los dientes, lee, por favor, lee que no lo estás haciendo; que tienes el libro de "historias contadas al oído" que te explica muchas cosas. Y si, te percatabas que habías perdido el hilo de lo que se está hablando, pero ¡conoces!, como diría aquel.
Asimilas y te lanzas a escribir, pero aquí, la cosa ya es más dificil, tu víctima es escurridiza, tus datos se van desplomando si no los has cogido con contundencia, tú llegas al final del párrafo, ahogado, pero quizás porque te das cuenta que no has vuelto sobre el texto y quien ha llegado hasta aquí, ha tenido que hacer un esfuerzo que ¡vaya usted a saber porque lo ha hecho!. El común de los mortales, ni se lo ha planteado; cuando ha visto que esto podía derivar en broza, ha abandonado la embarcación, no fuera que terminará debajo de unas ramas.
Al amanecer, al búho y a mí, nos puede dar por observar-oír, fijarse-escuchar; y actuar-escribir. Te imaginas estar oyendo las bajezas morales de los partidos de la extrema derecha española; el ruido es infernal, nada bueno para la víctima del de ave de rapiña; necesario para la comunidad humana que se atasca cuando las burradas van creciendo de nivel y ya no sabes que camino tomar.
El primero concentra la atención de su vista; el ser humano ha escuchado las denigrantes palabras para ¡atención! menospreciar a los políticos, elegidos por una parte importante de la sociedad. Los que no pueden pactar con diferentes sociedades tratan de animalizarles, de brutalizarlos para que no se pueda admitir los acuerdos con estos. Porque piensas, les has escuchado a través del tiempo; comprendes su impostura; por ello mismo, ya sabes como el búho, que te tienes que lanzar para seguir tu camino; aquí entre la ciudadanía, la víctima puede ser el conocimiento. A este, tu le auxilias poniendo contexto; les quitas los apriorismos que te imponen como marcos y entonces, enarbolas la posibilidad de encuentros y les dejas a esos pájaros, lanzando sus excrementos a diestro y a siniestro, sabiendo que manchan y vaya si ensucian hasta no importarles ir zapeando químicas bazofias entre uno y otro canal y desconocimiento entre pretendidas conversaciones, que son arengas, entre menesterosos vestidos "ad hoc" para tapar tantas y tantas bajezas.
Si esa lechuza escuchará abriría aún más los ojos y si encima, pudiera hablar, a ellos, que les ha visto con tantos trajes, intercambiables según momentos, siempre ausentes de moral; planearía una y otra vez, sobre sus cabezas que no cerebros y mentes, para llevarles las imágenes de los seres humanos que ellos, sí, son personas albergando sesos con capacidad de empatía y discenimiento.
Esto es una cosa de aves, también de seres humanos
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