Se gira la cabra, por si queda hierba. Decide subir por el pedregal, ante la ausencia de la misma. Nacen hierbas entre las piedras que desafían la gravedad.
En un acto protocolario no se deben llevar gafas oscuras. Las cabras están al sol, no se las ponen; en un gran salón, las luces artificiales y la honestidad en la mirada, alejan la posibilidad de usarlas y sin embargo, en la mirada de Letizia, llegada a reina, hacia Alberto, político sin escrúpulos, cuando esté da la mano a la cadete, Sofía, su hija, se podría ver una crónica periodística de veinte vidas, mil tomos y la contemplación delbinfinito, eterno vacío.
La primera no le debe nada al segundo, que no la respeta más que por el protocolo.
Si tuvieras que poner un titular sería: el horror de una madre ante un depredador político, ajeno a cualquier escrúpulo.
Si, quizás demasiado largo. Depredador y escrúpulo, ya se habían complementado
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