martes, octubre 17, 2023

Los microplásticos y mi suegra

 Todo fue por mi vaguería. Sabía que ya no era tiempo para establecer relaciones con Merche, pero surgió y su madre me hizo un chequeo que no pasé, no me queda más remedio que aceptarlo. 

 Hablaba todo el tiempo para intentar disimular mis carencias; le ofrecí una ramo de flores, pero estábamos en un invierno de lo más crudo de los últimos años. Todo fue a través de la televisión, intentando disimular que no eran naturales. Lo descubrió y me mandó a sembrar campos naturales, yo que aspiraba a que me pusiera a gestionar su empresa de armas. 

  El caso es que la primera vez que vía a Merche, me dije déjate de tonterías; nos hemos prometido que el aspecto sexual será nuestro punto de encuentro y todo lo demás lo pasaríamos de soslayo. Nos íbamos repartiendo las noches que pasábamos en su casa y los cielos que  se nos abrían en mi cama que se había convertido en un igloo, después de tantos años. 

  Algunos fines de semana, quedábamos para hacer turismo en ciudades o casas de turismo rural, al final volvíamos habiendo pasado muchas horas en la habitación, pues la cama no era el único lugar para nuestros encuentros y habiendo conocido las excelencias culinarias que parecía que nos devolvía a la habitación.

 Todo ocurrió porque una mañana, en su casa, hubo una llamada y yo había dado el teléfono para recibir una cierta información; relajado contesté a la sorpresa de escuchar la voz de la madre con la mayor de mis simpatías. Ella se animó y me dijo que en cuatro horas estaría en la casa de su hija. 

  Salí corriendo, cuando le conté a Merche, lo que había pasado. Ella me dijo que no era la mejor idea; que ella, como Roma, no paga a traidores. Le hablé de un trabajo que tenía que realizar y que le compraría un ramo de flores, en una de las mejores floristerías de la ciudad. Me dijo lo que hiciera lo que quisiera, pero que era una gran empresaria que había toreado con los más diversos miuras.

   Sabía que tenía varias empresas y aún así, le compré un ramo de flores de plástico, con demasiado color, nada natural. Mi mentiras fueron subiendo y la madre, me dijo que tenía dos horas para acudir al encuentro con las dos.

   Cuando llegué, me comentó que mi vida no iría de doblar camisetas a la dirección de la empresa; que sería de jardín en jardín, por las casas de los potentados donde ella vivía.

   El objetivo era claro Merche, me vería fuera del glamour con el que nos encontrábamos en la cama. 

    Nos permanecimos fieles y la madre, bramaba, cuando iba de corte en corte

    

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