Cantaba Franco Battiato, " povera patria". Ella me dice, no puedes cambiar el mundo. Lo sé y cada vez lo comprendo mejor en mi intrascendencia y en las voces de los salvajes.
Hoy, me envuelve la poesía del italiano y su cadencia me parece una goleta en la que enfrentar a los arrecifes para descubrir lo amado.
Povera patria, tomada por la canallesca, con sus símbolos y palabras vacías de ciudadanos.
Irán en corceles blancos con las trompetas de los mercenarios periódicos proclamandoles no por lo que les pagan, que sería demasiado honestidad, sino para tapar tantas podredumbres, con los ruidos de las exageraciones ya fuera para santificar a los ladrones, ya para utilizar los cubiletes de los trileros.
Los vientos entrarán bestias y ellos, sabrán modelarlos para derribar los muros de la sensatez, por donde se cuelan las serpientes que envenenan las convivencias con sus dosis de falsedades que inoculan a los ciudadanos para que vivan ajenos a la destrucción de las redes que les protegen.
Nada más dañino que escupir a la Constitución para dar la especulación el derecho a la vivienda. Esclavizar el futuro por un derecho que no debieran suponer cadenas.
Nunca bajarán esos jinetes pulcros de sus monturas para abrir las puertas a una educación y sanidad sin privilegios.
Sólo irán, soberbios, mentirosos, ufanos, los depredadores, arriba para coger los vientos y las imágenes que se queden en las retinas engañadas de quienes recogen las mierdas de sus cuadrigas para hacer compost que luego les compraran a la baja, mientras habrán permitido la especulación con los productos básicos a sus donantes que paga a los mediocres mientras sean killers con los abducidos obedientes.
Povera Patria tomada por quienes toman pócimas de venenos que a ellos les alimentan
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