sábado, octubre 21, 2023

Estela

 Siguiendo la estela de Paqui y Juanjo, cogí el coche y salí a buscar localizaciones por las inmediaciones. Cuando llevaba tres kilómetros, la encontré tirada en la cuneta. Iba a seguir, pero algo me llamó la atención. Inspeccioné y sí era ella, la misma que tres meses antes se había fotografiado junto a mí en los campos de espliego. Había sido atropellada y su cuerpo estaba muy deteriorado; por supuesto, muerta.

  Llamé a la policía, acudieron "ipso facto", les pregunté si me iba, de hecho ya había puesto la llaves en el contacto para arrancar. Me dijeron que no tan deprisa, me las quitaron y las tomaron consigo y me preguntaron mi nombre, si tenía el carnet de conducir en regla y me pidieron el número de teléfono. 

   Varios minutos después pude continuar mi camino. Estos días debido a las fiestas en un pueblo del camino, tuve que volver a recorrer la ruta que había estado siguiendo durante todo el verano.

  Lo que había sido maravilloso durante aquellos primeros días de Julio, ahora tenía el velo de las nubes de un otoño que iba arrojando hojas por la ruta; el tapiz amarillo se unía al resto de las verdes y la tierra húmeda, era el contraste entre la plenitud de la vida y la que menguaba.

  Paré el coche para ver las inmensas extensiones de las plantas que había quedado exhaustas. Me maravillaba poder ver el pico Ocejón vestido de nubes por sus faldas y coronado con un precioso gorro que le preparaba para las nieves.

  Recordaba aquella carretera que había sido testigo de las últimas carreras exitosas que había realizado, hasta el pueblo testigo de una batalla.

  El viento aumentaba y regaba el rostro de algunas gotas que debían haber empezado a caer algunos cientos de metros antes; me dirigí al pequeño bosque que delimitaba algunas de esas autopistas hacía las esencias. Vagué durante una hora; era tan bello ese lugar y esos instantes.

  Cuando aparecí en el claro, mi coche estaba rodeado de varios coches de la policía. Alguien se dirigió hacía mi para preguntarme porque lo había hecho. No entendía nada. Después de algun empujón, acompañado de alguna imprecación me pude enterar que me acusaban de haberla matado y haberlo encubierto con mi llamada.

   Pregunté a quien; me dijeron que habían encontrado una foto mía, con ella que parecía estar en el momento de morderme; si, hacía tres meses de la foto y los campos estaban bellísimos. 

   ¡Oh!, exclamé estábamos jugando y provoqué un momento de hilaridad, haciendo que ella pareciera dar un bocado, para titular una publicidad: "inyéctese espliego en la vida".

    Quise adoptarla, pero ella vagaba y vagaba. No había vuelto a saber de ella, hasta que la reconocí sobre el asfalto.

    Inspeccionaron el parachoques delantero, el lateral e incluso, el trasero no vieron nada. Les dije, lo siento pueden haber visto a David Fernández contando su historia con el marciano en "Ilustres Ignorantes", pero sólo he salido a buscar localizaciones. Por cierto. durante mi paseo me he cruzado con alguien que llevaba dos cestas de setas, a cual más sabrosa. Le he dicho vaya, se la vas a llevar al bar que me preparó ayer unas sabrosas patatas con eduli. 

  Me ha contestado que sí, que hoy con más ganas, para arreglar la avería que se había hecho en el coche esta mañana.

  Bueno, si no quieren otra cosa, me voy.

    Vamos "actor", tenga buen viaje.

    Por cierto, les he confirmado, se llamaba Estela. La perra, he aclarado

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