viernes, septiembre 08, 2023

Resinarnos al giro

 Lo mismo termino yendo al Giro uno de estos años; me compró una bici y a subir las cuestas unas horas antes que los ciclistas. Iré jodió, no me importa; para subir al Stelvio, siempre puedo hacer trampas,  demarro, me pierden de vista; ya sofocado, me escondo tras una fila de frondosos árboles y luego, ya descansado, voy a mi ritmo; cuando llegué el último ¡Que piensen! Lo mismo alguno está seguro que he hecho el recorrido dos veces.

  Tu , escuchas a Felipe y te preguntas ¿tan miserables nos tenemos que convertir para poder vivir tranquilos y que nos pisen los de siempre?

  Una profesora catalana contesta hoy a Alfonso Guerra. El origen de sus padres también es andaluz, como él; lleva viviendo más de 50 años allí, ejerce como profesora. Han contribuido a crear una sociedad en ebullición, diversa, trabajadora. 

  Le reprocha todo, el descubrirle protegiéndose de su banalidad, de su viaje a la irrealidad de sentirse exclusivo; de ser un hombre  elitista ahora y siempre; no ha comprendido, nunca, a quienes se levantan todos los días para trabajar, dar vivienda y alimentación a su familia. Se disfrazan de barro y con descamisada presencia, hablan para el pueblo. 

  Hablan de la tragedia de una amnistía; no la de no haber querido parar aquellas votaciones, no la de haber utilizado siempre lo diferente de allí, para asegurarse su poder en el resto de su España. No el haber vendido un país a empresas extranjeras. 

  No dieron la vivienda al ciudadano, sino al constructor y los especuladores para que estos devolvieran a los trabajadores atados a sus deudas. Tanta y tanta traición a la ciudadanía y ahora que se puede ver que muchas de las mentiras de aquel nacionalismo les ha debilitado; son ellos quienes hablan de nuestro nacionalismo, para que como dos machos en celo, disputen el dominio. 

  Somos quienes andamos por la calle Lerida para recuperar su efervescencia ella y quien se paraliza porque no sabe como aplicar la cola en el gres para la nueva habitación. 

 Paran en un momento determinado y hablan de lo aceptado o no de tener una calle peatonalizada; de las dudas para recoger las patatas. Están separados por 650 kilómetros y los hechos que quieren ahondar las zanjas para dos nacionalismos, que se deben entender y sin embargo, se encargan alimentando las pequeñas diferencias.

  Asco de aquellos que no dejan actuar a quienes ahora buscan puentes. Resinarnos a su indigencia moral no es una opción 

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