Él vuelve al pódium, ella escucha pódium y no sé cómo llegar a fin de mes.
A ellos les exhiben por todos los medios, a ellas les cuesta hacerse oír y me mareo del guantazo que me acaban de dar.
Ellos son divinos, ellas luchadoras, pero soy"perro flauta" que solo genera problemas.
Aquellos generan millones en ganancias, ellas otros tantos porque "se acabo" es simpatía, al reconocernos en errores y me miran hacia mi miseria como si yo fuera el único culpable de mi debacle.
Empiezo una historia sin cable, con abismos como caminos para el derrumbe y suelos punzantes que esperan pacientes. A veces, siento que Leila Guerreiro en sus píldoras de los domingos andan en esos despeñaderos. Vivimos en ciertos riesgos existenciales, como dice aquel presidente que creyó ser un personaje mítico para un país, siendo, tan sólo, un miserable con casi todos los medios de comunicación a su disposición para tapar todos sus destrozos.
Desde lo alto les proclaman sus excelencias que les parece innata; de ellas, sudan cada paso y caen olvidadas en Afganistán, un país al que dijimos que fuimos a darlas dignidad; por desgracia a esta última la perdimos por miedo, por miserables cuentas de ganancias que no nos salían; a cambio, atrapado, deshilacho las sogas que me atan para mis quietudes, por si encontrará el hilo al que seguir para activar algo que pareció ser seccionado por el tiempo y la continuidad ciega en un sobreesfuerzo que termina dejándote tirado sobre impotencias de darte en más.
Hoy se suben a un podium los unos y las otras para hacernos creer que dar dignidad, por una amnistía, que se podría conceder a un perdedor que huyó para no ser exhibido con saña, y que es recibida como gracia desde un estado poderoso, es más dañino que los sofocas, incertidumbres y terrores que viven como cotidiano, en cada uno de los rincones de Estado, producidos por nuestra vida atrapada en la avaricia de los empresarios que quieren todo el dinero que nos sobra y nos quiebra la vida; los poseedores de casas, cárceles en las que nos quieren encerrar; y negreros que tienen sueños húmedos porque nos ven salir del trabajo a la mazmorra, siempre encerrados, y que como bálsamo, nos arrojan a los grandes festivales donde también nos ponen las cancelas, si es que antes hemos conseguido salir de la pantalla o de las grandes superficies; visiones elegidas para que nos deshagamos.
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