domingo, septiembre 17, 2023

Oliva fue testigo

 Me dijo Olivia, mujer de armas tomar que no pasaría de aquel día que se juntaran y la dijeran "hasta cuando Montse abusaras de nuestra paciencia". 

  Todo fue en Oliva, aquel país imaginario donde unas piraguas migraron no sé con que fin, aunque otras llegaron con más protección y experiencias en ríos que, siendo casi siempre tranquilos, en algunas épocas se vuelven gigantes que como todo buen grandón da pasos en los que desplaza piedras, arrastra árboles caídos y acelera las aguas porque sus pisadas las desplaza con violencia como cuando el niño, con sus botas, expulsa volando a las gotas. 

  De aquellas piraguas, estas aguas; por eso, cuando hoy, por fín, los kayaks se han librado de las ataduras de ese líquido, por otra parte, muy dañino, han emprendido un vuelo que a todas nos puede parecer increíble, menos a aquel niño que en el patio de su recreo se quedaba mirando sus chemtrails a los que creía que controlaban las autoridades de su país, para realizar extrañas maniobras.

  Necesitamos movernos, ser conscientes de nuestro poder para hacer 500 kilómetros y poder hacer un deporte que nos haga exclusivo. Queremos ir a una nueva ciudad y hacernos fotos, nuestras, con algunos de los emblemas que existen en aquella ciudad tan turística. Nos enseñaron los límites y porque somos unos privilegiados, creemos que los podemos romper, cada fin de semana, cada puente; por supuesto, también, trabajando hasta la extenuación durante un tiempo, saltándose horarios y descansos, para que durante unos meses podamos estar en esos lugares en el que todo nos es más barato, aunque no nos preocupamos de sus porqués. Puede que allí, algun empresario diga que "como toda la vida", en nuestro país no se protesta porque durante ese tiempo "de 12 a 12" han trabajado para servir con pulcritud a quienes nos traen dinero al país. Nunca aclaran que se lo aportan, en su mayoría, a los privilegiados de aquella, con la meritocracia en su mayoría de venir de familias ya establecidas.

   Vimos que en muchas peores condiciones llegan migrantes de países destrozados por guerras que alimentamos o por dictaduras que nos sirven lo que necesitamos para nuestros móviles y concluimos: Si ellos pueden, nosotros podemos.

   Ahí están nuestros aviones rompedores de barreras, expulsando gases que producen condensaciones en el cielo y que, para pena de algunos crédulos, no son caminos por los que nos van inoculando diferentes ideas, diferentes venenos para controlarnos. El niño vuelve a bajar la vista, se centra en el balón y, quizás, ha aprendido que tiene que salir de esas redes que son soportadas por móviles y tablets que también nos han roto fronteras, aunque cree que tiene que distinguir las que le sujetaban para no caer en el seguidismo a interesados grupos que necesitan adeptos o la que le ayuda a ser un poco más sabio, porque comprende que las que le ayudan a cuestionarse es quien le ayuda a crecer.

   Oliva vio  como amanecía con las Olivías que abandonaron las espinacas para lucir su dignidad y su lucha y nos emociona su lucha


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