Puede ser verdad que es muy entrada la noche, que llevas todo el día o escribiendo o paleando por el Tajo o encerrado en un círculoque te trazas. Estas excusas se pintan, en esos momentos de pánicos, entre el humor en los cambios de ritmo de una música repetida por años.
Te vuelves a cruzar una y otra vez, dentro del párrafo ha venido Mayo, con ella y no encuentras las letras, ni la primera que daría la clave de su nombre, ni relacionarla con su hermana, ni con quienes la acompañan, a las que pones nombre, identidad en ellas mismas y en sus familias.
No encuentro ninguna pieza con la que empezar a subir al cielo de poner nombre a las cosas, cuando todo se derrumba.
Me ofrecen, mis últimos albañiles de referencia, poner un andamio para remozar mi tejado. Dicen que la tarea es muy laboriosa y que les lleva toda una mañana; el día me saldrá caro, pero ellos estarán seguros y mis goteras podrán ser solucionadas.
Algo pasa, cuando una cortina no tuvo nombre, y ella perdió mi imposible invocación. Ayer, era Carme Elías, actriz a la que entrevistaba "avivir"; hablaba como empezó, hace tiempo, a dejar de poner nombre a las personas y momentos que la hicieron ser quien ha llegado a ser quien es.
Pregunto por libros, videos cuales son las piezas que armarán el andamio que me permita mi asentamiento y mi nueva cara, ante las circunstancias que se sucederán. Buscaré su libro y mientras, cada día, iré asegurando un tramo para tenga donde asirme. La belleza de la noche, que me acoge cuando la visitó, con sus árboles ahitos de oxigen tras un día con calores tórridos, la tierra regada que deja sus posos que desbordan cauces, el ritmo que tienes que hacer tú, no tengas miedo, si les ayudas a explorar.
Si un día llega el abismo, quizás el andamio me ayude a sujetarme en lo que fui y si noun día sonreiré porque un claxon estruendoso y por la ventanilla veré una sonrisa en forma de abrazo. Esas redes te sujetarán cuando haya tropiezos
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