Hoy, que faltan unos días para el día de las elecciones municipales, celebró mi nacimiento a una democracia posible.
Un 15M empezó un movimiento donde en la plaza, nos exponíamos ante los otros y nos pusimos reglas para escucharnos. Yo, como siempre, andaba por ahí perdido. Ahora, sólo casi tres años después, volví a estar por ahí. Este espacio es mi pequeño lugar de compromiso. Pero ni soy un superdotado, sólo una carrera, bueno miles, si son las de cada día; aunque cinco idiomas, si sumo alguno propio, si que los hablo o muevo.
A los de entonces, les sigo agradeciendo la oportunidad que me dieron de compartir su tiempo y espacio; veo a los de hoy con una mirada de escepticismo.
Elena Sánchez, la directora de la televisión española, explica porque me roba la democracia y decide que el espacio publico será para dos partidos, de forma mayoritaria, y luego a otros, lo justo y a Podemos, lo mínimo; me he ido acercando a ella, como si fuera a ofrecerle un micrófono que siempre nos procurábamos. Se lo he apagado y me he puesto delante de ella; ni se la ve, ni se la oye. Se percata de la situación y dada su soberbia que le ha dado la visibilidad de tener una televisión pública a su servicio; empieza primero a carraspear, la ignoro; luego a empujar, no me mueve, soy como el superdotado ese; después a gritar, la gente le hace la señal de molestar; está histérica, las manos no hacen ruido, pero la van diluyendo.
Cuando se calma, habla de lo injusto de haber tomado esa decisión. La escuchamos hasta que se desaparece en el intento explicar sus decisiones con el injusto trato a unos ciudadanos. la escuchamos y la vemos desaparecerte.
Otro señor se levanta, empieza a enseñar fotos, vaya Valverde, Modrid, Kroos, Benzema, no me había percatado nunca de quien era el que estaba al lado. Es el buda Florentino, el empresario que, poniéndose las fotos detrás, como para justificarle, explica todas sus ganancias en los Cástor, en las residencias de ancianas-os, en las limpiezas. Nos derrama alguna explicación, seguro que los fanáticos de su club saltarán a la cancha si osamos levantar las manos para hacerle ver el perjuicio que está provocando a cada uno de los que estamos en la plaza. Sin darnos cuenta, muy poco a poco, nos han empezado a rodear. De repente, empiezan a gritar, a decir que se sienten atacados; nos unimos las manos, nos juntamos con el corazón, se empiezan a diluir. El señor, en su soberbia, les pide que le mezan para que le alivien. Algunos, son de cerebro parásito, acuden ipso facto; otros, sabía que había otro mundo, estaban dormidos y se empiezan a despertar.
No sé si viene sobre unos zuecos gallegos o le han traído sobre un Andamio. Dice incoherencias, como no saber donde está, para a continuación pasar a exponer lo suyo: la vivienda para los especuladores que atarán de por vida a quien tiene ese derecho en la Constitución, a la que el interlocutor dice tener en el corazón y la mente. Las aguas, para los ricos que luego darán unas limosnas a quien le sirven. La sanidad, ¡oh! la pública se la daremos a empresas que lo hacen mejor. Alguien levanta la mano; como se dice ser democrático, le deja hablar; el despistado le pregunta pero no sería mejor que viene el dueño de esa empresa para explicar las ventajas, mejor que a un interlocutor que podría ser un mediocre transmisor de las excelencias de la empresa. Mira, nos miramos, no encuentra los ojos de cordero de sus medios amamantados con sus dineros, por supuesto, públicos.
Se presenta la nueva interlocutora, exhibe glamour como para querer hasta sus zapatos; se llama Ana Rosa y dice que lo que vemos no existe. Se ofrece ella a transcribirnos lo que somos. Sigue hablando, bajo palio, es lo que había pedido, incluso cuando se da cuenta que el círculo se ha traslado y la ha dejado sola, con los otros tres; tramando como romper el hecho que unos se escuchen entre ellos y obvien sus rayos catódicos.
Buscan fanáticos, buscan lugares comunes, buscan negarnos, clasificándonos. Somos, fuimos, seremos para crear una sociedad posible, imperfecta, pero no sumisa para la satisfacción de sus necesidades.
15M, nos bajamos del Andamio, para contemplarnos y oírnos. Sus malas artes, las esconden detrás de esos armatostes
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