jueves, mayo 04, 2023

Norita Cortiñas, abuelas disuelven velos

 El mambo es lo que necesito. Mover hombros, caderas y poner todos los pensamientos de mi cabeza en el paso, en el muelleo,  y dos y cabeza que dice sí.

  Nadie puede renunciar a bailar, ni los que quieren hacer la revolución. Norita, con 91 años, es una de las Madres de la Plaza de Mayo, en una entrevista termina diciendo: esa es la historia de nuestros días, el compromiso visceral de no quedarnos con los brazos caídos, tenemos que seguir adelante porque otro mundo es posible". Mira que le dijeron muchas veces, que mejor no meterse con tal o con cual. Inés Hayes publica en CTXT.es un artículo sobre las conexiones empresariales con la dictadura militar argentina. Vuelvo a Antonio Maestre, al que dejé ayer mencionando a Ece Temelkuran y la imposibilidad de debatir con quien o gana o rompe el estado de las cosas, que hubieran defendido, si la premisa primera se hubiera cumplido. El escritor, en Franquismo S.A. hace un repaso de todas las familias que salieron beneficiados con la dictadura de Franco.

   En Argentina, se sentían apoyados por empresas como la Ford, como los nazis lo fueron por las grandes empresas alemanes. No es nada ni un militar, ni un fascista si no están al servicio de las fuentes del poder económico. En una tertulia en una plaza de la España profunda alguien intenta razonar que las empresas son necesarias; cree ver en su interlocutor una locura destructora de lo que está establecido en esta sociedad. 

   Encuentra este interlocutor toda la indecencia en esas empresas que primero explotan a sus trabajadores, si estos están en una condiciones de inferioridad manifiesta. Niños de 10 años trabajando en Estados Unidos, porque ya se ha abierto la veda, cuando la sinrazón se ha establecido. Después, si tiene las condiciones adecuadas empiezan a controlar las empresas que les sirven la materia prima, a veces, poniéndoles cebos para que les sirvan toda su producción a ellas y luego, cuando estas, se echaron en sus manos, poniéndolas condiciones draconianas, de bajada de precios en origen y de asumir gastos que antes se repartían entre los dos.

   El trabajador es necesario, a veces, se le diviniza para que se sienta exclusivo, una especie de dios; que puede hacerse así mismo, que puede conseguir elevarse en la sociedad por su sólo esfuerzo. En los 80, Tatcher, Reagan tuvieron ese discursos hacía ellos; cada uno, creyó tener su propia nave; partieron a conquistar sus Itacas; unos cuantos, unidos, perdieron fuerza; los primeros en sus bajeles oyeron cantos, de una belleza prodigiosa; les decían una y una vez su valor, su capacidad, su exclusividad; oían esas voces que les llevaba hasta el paroxismo incluso cuando ya se estaban estrellando, cada una de ellas, contra los arrecifes, donde desaparecían. Tarde era tarde; 

    Norita, Pepe Múgica, Petrov, nos llegan voces de Sudamérica, por si aún, unidos, escuchando en medios de comunicación honestos que lo primero que tenemos que cuestionarnos, somos nosotros mismos, pero que cuando embarquemos, seamos capaces de hacerlo con más gente y que esta nos ayude a distinguir entre quienes sólo producen bellos ruidos o quienes nos explican los fondos que los producen, porque todos no son honestos, ni buscan que lleguemos a nuestros propios Itacas.

    Si Norita, otros mundos son posibles.  

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