Pepa Flores siempre supo de donde era, donde estaba en su momento de más notoriedad y donde quería estar durante el resto de su vida, cuando hubiera dejado de ser la niña Marisol y ser, sólo Pepa. .
El agua nos llega al cuello. La llantina se ha acabado y la orilla está en el País Vasco.
Gana Bildu, dicen que algo tendrá que ver que desde Madrid se les demonice; quienes viven allí, escuchan, reflexionan y son consecuentes. A los ciudadanos les define su consciencia de lo que le están ofreciendo: vivienda, derechos de las personas, salario mínimo, reconocimiento de lo público.
Allí, y tantos fracasos no me dan ningún valor para un análisis sesudo, no se plantean que les vayan a ocupar la casa; ni que con Franco se vivía mejor, cuando aquí, las derechas, les llevan a pensiones privadas, a sanidad privada. Saber la verdad sobre esos temas si se lo han escuchado a Oskar y a otras de sus miembros.
No llegan esas televisiones regadas de millones de corruptelas en edificios o en dádivas sin ningún escrúpulos; existen unos periodistas televisivos más honestos.
Sus ciudadanos son consecuentes con las realidades que viven y sienten, no existe ningun margen para ser tratados como estúpidos en los mensajes sobre el cambio climático u otro futuro no cierto, ocupaciones, si conocen los desahucios. Pocos de allí, dudarían, tres años después, de quien era el culpable de no medicalizar las residencias en comunidades como la de Madrid.
Parece que siempre nos equivocamos y sin embargo, sabemos que el camino que emprenden en el resto del Estado, llamado España, no es más que un viaje a los arrecifes. Asumimos que vivimos en comunidad pero escuchamos a quienes piensan para las personas.
Algunos quisieran volver a su razonamiento. Sólo necesito asomarme a la ventana y ver las instituciones que sin renunciar a nada de lo que hicieron, hacen política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario