Hace un año y seis meses dejé de perseguir la atemporalidad. Con una cierta frecuencia guardaba borradores por sus potenciales borrados. Ayer, se graduaban estudiantes que tuve, durante dos años, ya hace cuatro cursos. Creo que es una fecha maravillosa, me diluir, al no ir.
Desaparecer, irte quitando, lo tomas como opción pero luego llegas a tu espacio de los últimos años, exhibes un fracaso con el saxofón y descubres que te aceptan cómo eres y que el ambiente no se crispa; se divierten, te motivas para la siguiente y se comparte un amor por este espacio especial. Entonces, añoras haber acudido esas horas viendo la exhibición de equilibrios entre trajes para un hipo, zapatos para un desgarro y bolsos de mago.
Recuerdas el silencio y el respeto en la mirada de quien se aislaba de los dioses del caos. La voluntad de hacer algo diferente, cuando tu ya te has programado para pisar por tus lugares seguros, lejos de los canales para el hipo, de la habitación en la que, fuera del ámbito escolar, no os yacisteis o de las itacas del puro egoísmo; no pudiste darla encuentros.
Se desvaneció el pensamiento crítico de Bell Hooks, cayó en unas manos que leerá leyes, sueñas para romper cadenas. Igual que hubo una generación abatida por las armas. Estas dieron pasos a quienes se taparon la mente con las mantas de las violencias, para dar a la tiranía las apariencias de orden.
De aquellos, otrora, lodos vienen la dependencia de las simplezas de asustarte por una violencia que te marcan los ventajistas y no de la que estos comieron; mas, si en tu proceder desde hace años has sido un taimado jugador de póker, arriesgado porque conocías que con quienes jugabas, tenían cartas marcadas pero podridas, que se deshacían en una cotidianidad que ahogaba la regeneración que, a veces, tienes que ofrecer a una masa acrítica.
En aquella partida, la pudo ganar un pedro con esas dotes de conocer al anquilosado compañero de partida y, sin embargo, adversario a muerte, donde sólo quedará uno porque la otra, si Susana, servirá ya para tapar paisajes lunares.
El taimado Pedro querrá seguir ganando porque los que se han quedado, incluso pajes serviciales al poder, parece sólo necesitar un pequeño molinillo de la chorra y de la guapura para que le sigan.
Coge sus cartas y despliega todo un abanico de poses, sabiendo que ya el fotógrafo oficial le retocará.
No, no estamos en esa época su ventajismo con la masa es claro, su dependencia de quienes remueven sus cimientos, se la hacen ver con pequeñas sutilezas que con el tiempo, ha aprendido que se tiene que dar por enterado, porque van " a por todas, todos y todes, si hace falta"
Dice no estar “a gusto” con seres de la sociedad civil que tienen todos sus derechos, aunque en algún momento de sus vidas apoyaron y pagaron a quienes veían en la violencia una forma de crear otra sociedad y calla, porque calla, porque se ha arrodillado ante un reparto en el poder de la información más que deleznable, en el que sueña que una gran cantidad de oyentes sean “desaparecidos” de una forma no cruenta en lo físico, si, criminal, en esa otra visión en la manera de enfrentarse ante los poderes que dirigen una sociedad.
Una vez sin voz, piensa que quienes vemos que existen una cúpula del poder judicial con raíces profundas, por sus formas de llegar, entrar y permanecer en un régimen dictatorial y asesino; que quienes entendemos que una parte de la policía, actué de forma impune contra quienes ofrecen a la ciudadanía deshacerse de esas dependencias y leyes mordazas, quedará desaparecida, como en el Atlántico lo fueron los de la dictadura aegentina
Porque sabe que la prensa está tomada por los que tienen el dinero, el poder; y el relato será de parte, incluso por quienes sintiéndose atacados y vilipendiados, como Héctor de Miguel, que tiene que marcarse un editorial, no desde la comedia, en la que él se reivindica, sino desde una equidistancia basura en la que mete a Canal Red, con un periodismo bazofia. Ese es lo que tenemos
Claro que duelen los ataques, los personales más; un periodismo comedia que ha llevado a Irene y tantos otros muchos. Pero, cuando bromea con una imagen frívola de Rita Maestre, la tiene que meter en su programa; y las preguntas, desde una izquierda en la que se ha reivindicado, obvia los egoísmos “guays” de esos pretendidos representantes de los MAS, por tanto SUMA Madrid que no saben enfrentarse en un país con tres millones y medio de pisos vacíos a los especuladores con burbujas “de la risa”, que siguen proponiendo construir, para hinchar más a los inflados y depender más, los trabajadores, sumidos y sometidos en
Cuando las preguntas se deshacen en la memoria porque has controlado a tus entrañas viscerales que no comprendía tanto yoísmo, por un lado, al rojo vivo; y tanta traición, con las bases, que sueñas que te desvanezcas para que ellos sean lo importante.
Y ese es el círculo por el que había empezado en este texto. Amar, con una ristra de errores, lo que intentas enseñar al alumnado y desaparecerte porque los momentos importantes los has tenido en cada uno de los instantes en los que navegaste por alguno de los indescifrables océanos por los que ya empezaron a adentrarse aquellos años, pero, a la vez, no venían púberes porque su infantil, su primaria, sus pasos por las casas de mil rutas ya les habían ido avisando de la necesidad de embarcarse a surcar aguas de brumas, olas y arrecifes de mil aristas.
Y ahora si, les hablarás de lo bonito de sus luchas por las itacas que perseguirán hasta conseguirlas o verlas pasar; de la importancia de cada uno de los duros o bellos días de navegación. De las taimadas y pétreas sirenas que en su lucha por la consecución de sus propios intereses y glorias te utilizarán hasta hacerte sentir desaparecido.
Llamarás otra vez a tu ciutat invisible y les pedirás de nuevo, esos libros entregados a quienes no supo darles más que el entusiasmo por no ser indiferente. No sabe si en aquella lo consiguió para que “plantéate esto” de Palahniuk, le ayude a soltar amarras para una escritura sin continúas anclas y si a él, ensenyart pensament critic de Bell Hooks, le quitará tantos tentáculos que tiene el Derecho para ejercerlo con honestidad.
Te sumiste en una atemporalidad, pero una vez, fuiste
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