viernes, abril 14, 2023

Una foto

 Desde la de la Behobía veo a un buen compañero de muchos años. Antes en deporte, ahora en cenas. Aún veo que podía correr con una cierta alegría, al contrario que mi compi que parece haberse escondido tras las gafas para disimular el sofocón que nos habíamos pegado.; a veces, ahora necesito horas para quitarme todo el peso de las piernas que parecen hubieran echado un ancla sobre cada tendón, para fijarlo a tierra.

  Existen mucho miradores en Donosti: algunos de acantilados, otros de la ciudad y otros desde un albergue que acogió a un grupo grande de personas que fuimos capaces de compartir espacio, con habitaciones y comidas, por allí una isla parecía anunciar como, en algunos casos, nos vamos quedando como islas, sin facilidad para la comunicación. 

   En el trayecto veías mucha gente; la primera vez te sorprendió tanto que no podías parar de repetirlo cada que vez que tenías la oportunidad. Te arropaban, te aliviaban, en aquella oportunidad, de todos los años que habías dedicado al kayak polo, para otros, y te habías olvidado de cuidar, tu forma de introspección que ha sido siempre la carrera y te ha ayudado a recolocarte ante las tensiones con las que siempre te puedes llegar a enfrentarte.

   La foto de ese carrera parece ser de un segundo año, en el que había vuelto a adquirir un cierto tono competitivo y te atrevías a ir con un compañero en plena forma. 1h17:04, en 20 km.; sabes que es muy alejado de otros momentos en la que con algun rasgo de soberbia, recuerdas a diferentes interlocutores, que con un kilómetro más, hacía varios minutos menos. Cuando lo mencionas pareces reivindicar de aquella época, tu capacidad y tu cierta calidad.

   En el día a día, no te sirve de nada; vuelve a ser una aventura o viaje iniciático salir hoy, después de un cansancio extremo de una semana de trabajos físicos, vuelta a la piragua y carreras más que nocturnas; por eso, repetir hoy es una aventura y es un peregrinaje en el reconocimiento de tu cuerpo, tus pensamientos y la lucha que tienes que afrontar ahora. Agradeces de aquellos momentos la capacidad agonística que te dio para superar estos días. Cuando, en pocas horas, juntas dos entrenos sabes, desde el primero de ellos, que vagar por el segundo será una travesía por tensiones y agarrotamientos que te invitarían a abandonar, por su crueldad y por la persistencia de pesadez extrema, en tus piernas. Luego, al final, tras algun cambio de ritmo, que, apenas ya haces, romperás esos moldes tan dolorosos y pensarás que incluso el día podría ser más fructífero a estos niveles, pero ya, más o menos, has aprendido a tarifar cada uno de esos minutos para que el día siguiente sea otra invitación a otro recorrido, a otros pensamientos, a recordar la escala cromática ó a pensar si, tras el "supermán", viene el "ahhh" o antes el siete, o antes el "follamos". Cuando este fin de semana te hagas el zombí, podrás comprobar si tu cuerpo te ha escuchado y si tu memoria no te ha fallado, serás testigo de la osadía de una persona que no se puso límites cuando podía haber llevado una vida plácida por su capacidad para gestionar la administración de otra empresa y, a cambio, rompió su comodidad, buscó incomodar a una sociedad, bañada en placidez y se arriesgo a ser juzgado, que lo harán, pero desde lo que él ha hecho, no desde lo que quiso ser y no fue para evitar, esas críticas.

    Habrá fotos de estos momentos, como la de aquel día, es un instante que tiene raíces en la tabla de winsufing, en entrenamientos conjuntos y en el aprendizaje de aquel señor mayor, que subía seguido por jóvenes que le han mostrado muchos caminos. 

    

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