sábado, abril 08, 2023

Malditas sean las guerras, quienes las provocan y las alimentan

 Dicen que Joan Baldovi, no se mete con Joan Roig; que Yolanda Díaz, bebé los vientos por Amancio Ortega y que a Mónica García y Rita Maestre, Florentino Pérez las tienen como pasión de vivienda. Lo dice el tuitero Ni dios, ni rey, por ello, dudamos que quieran cambiar el mundo, pero si se admiten a ellos mismos como un poco tocapelotas. Los ahí en todos los sitios, algunos inocentes, otros con una mala hostia que te recuerda "las cintas blancas", protegidos por una sociedad disciplente.

  Se admite que un país amigo pueda asesinar a uno de nuestros periodista, José Couso; nos callamos porque a un amigo no se le debe importunar y entonces vas viendo como en tu propia gran España, se van creando "policías patrióticas", jueces de dios actúan sin respetar la sociedad y siendo ellos enviados para instaurar sus propias injusticias sobre seres a los que acusan para que se publique en una sociedad de la imagen y no dimiten, ni se hacen el harakiri, como diría Wyo, cuando se descubre sus malas artes para destruir a un ser humano 

  En nuestra "España, España, España", han pasado cosas como esas. En aquel otro país que encubrió a los ejecutores, podemos descubrir la inhumanidad que tienen hacía sus propios ciudadanos, salvajadas que arañan los cimientos de su sociedad, como el río Tajo, iba oradando la piedra que estaba al final del "infranqueable", en su vía fácil.

  Ir a aquel Irak, como dijo una insigne y lúgubre política a conseguir que nuestro petróleo fuera más barato, era considerarnos lo suficiente miserables para que nos diera igual los muertos que se  originarían en aquella sociedad, todo porque matáramos a sus tirano, al que occidente le había alimentado y por supuesto, proveído de armas, donde ganan los santos bancos y taimados intermediarios. 

  Con todas estas cosas que parecían "el bien", debíamos admitir los efectos secundarios, el asesinato de Couso y de Anguita y otros testigos de la barbarie. Ahora a Pablo González, Polonia le tiene encerrado desde hace más de un año, en un régimen de aislamiento. Ante la invasión de Ucrania, el estado polaco parece ser nuestro aliado, cuando en realidad, callar en esa injusticia, es descubrir los agujeros negros en nuestra democracia, Melilla, Sáhara, en política exterior y no quitar una ley mordaza que no busca proteger al ciudadano en su derecho a discrepar ante las injusticias.

  Julian Assange está encerrado, con la amenaza de una cadena perpetua, por haber revelado las salvajadas que se cometen en la gran democracia de Occidente. 

  Callar eso, admitir que políticos pueden impedir que parte de su sociedad no pueda votar; permitir que las armas sigan siendo un factor que diezme sus ciudadanos, en nombre de una ley, ya salvaje, cuando fueron tomando tierras hacía el Oeste; firmar acuerdos con fondo en fábricas de armamento; dar la sanidad a las especuladoras empresas que no admiten a quienes no les son rentables. 

  Se es injusto con los de fuera, porque también con los de dentro se realizan actos discriminatorios. 

  Malditas sean las guerras, quienes las provocan, quienes las alimentan, quienes hacen caja con la muerte de seres humanos y también los que vamos pasando por la vida, como callados, como admitiendo lo que denuncia Pepe Mújica, vivir para obtener dinero para pagar cosas sin ser nosotros

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