Me piden ir al doctor; oiga doctor, decía la canción, ahora me lo pide mi amante; no se quiere quedar embaraza y me mira y dice: hombre, yo creo que no debes estar para inseminar, pero te veo con tanto ímpetu que ya me ha entrado la duda.
Permanezco ensimismado, pintando mis guerreros. Mañana tengo un batalla con Javier y creo que he dado una solución para aquella en la que se perdió porque no se tuvo en cuenta que un barranco se había llenado de lodo por la aparición del agua de un manantial que siempre había permanecido oculto. Apariciones, toda nuestra historia están llenas de ellas.
Decía Mary Beard, que nos tendríamos que ponernos en los tiempos romanos o en el del nazismo en Alemania, o en el franquismo para saber si hubiéramos ido contra aquellas derivas autoritarias. Si las respondemos desde nuestro ahora, estaremos engañándonos, aunque seamos lo suficiente contundentes para mostrar nuestra rebeldía.
Donde esta el peligro está la salvación, decía Holderlin, o se osado para cambiar lo que te espera, más o menos, dijo Goethe. Leila Guerreiro, un domingo más nos rompe los "pero" con los que nos admitimos en nuestros márgenes.
No estoy en el lugar donde me mandan quienes han tomado las televisiones para dirigir a las masas.
No estoy en sumar, entre quienes actuaron para restar, ¡hola Errejón!, ¡hola Maestre!,
No estoy entre las "dignas" que hacen los tours para las televisiones para desde su trono de papel, impartir opiniones, aunque reconozcan "que es que existen".
Estoy ante el espejo, por fin he comprobado que me leen 33 personas en un día, empiezo a sentirme estupendo, aunque en mi fuero interno sepa que es cuando crítico a algun poder, ayer el Católico, cuando se lo pasan entre unos cuantos lectores, ¿amigos?, ¿inquisidores para tener munición para mi pira?.
Quiero obviar ese pensamiento interno y propongo un brindis entre mi mujer, su amante y el gato que siempre se une, cuando de beber se trata. El ego me sube y quizás, sólo quizás, alguien ha dado con el texto en una isla donde puedo aparecer como una divinidad. Me miro y me recreo con mi nueva imagen.
Buen trabajo del doctor que me ha implantado una nueva cabellera, me recreo en las nuevas ondulaciones que tenía en mi adolescencia y juventud, antes de la mili. Mi pelo ensortijado me gustaba, aunque no a ella, aquella gallega que me gusto. Las arrugas, me preocupan poco como si fueran los caminos que he emprendido, que en algunos casos he sufrido, pero que me han ido haciendo como soy. Estoy decidido a mostrarme tal y como soy; si me aceptan es que estoy conforme conmigo mismo.
Después de unos minutos salgo de mi habitación, me presento en el escenario y ante de ser deslumbrado por los focos, siempre me ha gustado buscar el hueco por donde puedo ver quienes están detrás de las luces; me quedo pensativo, los Ferreras, Vallin, Antonio Maestre, los periódicos que han buscado destruir lo que me ha conformado.
La iluminación actúa como un pegamento; quiero huir de esos abrazos, pero ya han comenzado, y de sus uñas salen puñales; primero para desgajar el grupo del que vengo y luego para desgarrarme con adulaciones y asimilaciones.
Habría muchas personas, como dice Mary que seguirían las estelas de los faros que te llevan a los arrecifes. Al buscar este nombre, descubro que un panfleto mentiroso, consigue estar en segundo lugar de búsqueda, esas son las piedras que rompe el casco de una democracia
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