Por todos los lares oigo la siembra; la siembra aunque esta primavera, sin lluvia, traiga consigo los peores presagios que recuerdo, que son los de cada año. Corro, todo se seca y el aire, ya no le llamo viento, qué no navego, te va dando en la cara como para cuartear también tu rostro y la memoria. A la tierra, en un Marzo de heladas y sin agua, la deja con la boca abierta, esperemos que no sea para dar las de sus estertores.
En lo más profundo se te ha instalado la certeza de: "ya no tener remedio, esa aceleración de un cambio climático que servirá para acrecentar, aún más, las diferencias", las diferencias sociales. Si, como en aquel comic de hace un trillón de recuerdos, hubiéramos sido una sociedad capaz de no tener policía, podríamos aspirar a que esos grandes magnates no hicieron de sus vuelos, un sayo; y de sus engaños, el egoísmo, los acantilados de un Gran Cañón del Colorado; pero los brujos o grandes sacerdotes empezaron diciendo que eran importantes para que aquel raterillo no te quitará lo poco y se convirtió todo en unos protectores de quienes, despreciándolos si sacan a la luz sus engaños, terminan imponiendo la lógica de "es que es ley". Como si esos amos no hubieran amamantado a sus escríbanos para describir una sociedad que no existe y con sus relatos hubieran apaciguado a gente que luchaba la vida para convertirla en un lugar de encuentros, aunque la historia parecía decirnos que eran como una época de "vis a vis" entre tenernos enjaulados en la dominación de esos grandes próceres, tan infames como sus panteones a los que acudían una turba añorando, no se sabe si sus millones robados o el afán depredador para con los de su raza. En el ser humano siempre han existido esas pulsiones antropófagas. También la de ser dios, y creer que este actúa bajo sus ordenes homicidas. Es lo que tiene haberse proclamado sus hijos, que como herederos pueden hacer lo que les dé la gana, por eso aspiran a no tener que pagar peajes por sus herencias. Si por buenas, porque las quieren solo para ellos, si por corruptas, para que devuelvan lo robado
Hablábamos de siembra, que parece que nos olvidamos, de la tarea de estos días. No era lo previsto, pero es lo que acontece. Pasa muchas veces, te crees que te has enamorado y su suspiro delataba el efecto por un tiempo marchito; tu, por si acaso, te ofreces pero con elegancia te contesta, "tu lo que quieres es follar" y entonces, vas a recoger los aperos, los colocas en la furgoneta y piensas en no terminar tan cansado como ayer. No por lo de la chica, sino por intentar desbrozar la maraña de ramas que esconden parte de tus fracasos.
Parecía mentira, unas horas antes, pero cuando despejas el horizonte, empiezas a trabajar en lo concreto. Le pasaba el otro día a un jefe, ¡hola! acudieron a él, aves que circundan la carroña; él pensaba que su actitud debiera ser la del inventor del "fair play" como horizonte; pero esta debilidad es por donde se colaban sus volátiles pájaros; hubo que decirle que deshiciera ese conglomerado de falacias para que el juego, en nuestro caso, la tierra, pueda ser aprovechable.
Contábamos hace un rato de aquellos primeros tiempos, donde inteligentes seres, prepararon las sumisiones que han continuado a lo largo de los siglos; sin darnos cuenta que todo puede ser más fácil; jóvenes que te enseñan una realidad; tú, que la aceptas, como mentira "piadosa" de compañía y hete ya sometido a quienes te han embarcado a la tiranía de "los liantes".
A veces, piensas que la historia está llena de grandes momentos y al final, te das cuenta, que una mala siembra, en un sitio donde debías haber hecho antes labor, te puede cambiar, la cosecha de patatas, que al fin y al cabo, es cambiarte la historia.
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