Me levanto; ¡oh, me despertó el infame reloj, que no atiende a vacaciones ni a éxitos!
Me viene el título y ahora, Michael; pero en el principio estuvo Robinson. A él, mi recuerdo más agradecido. Hace tres años, en plena pandemia, en el mismo sitio, su muerte por cáncer, me hizo aflorar la desesperanza de aquel tiempo. Antes ayer su capacidad para descubrir al ser humano en su salsa
Deduje, por años, que no debiera mirar en el espejo; sólo era un rostro, repetido en los pedacitos que cada ofrecían un matiz tan pequeño que pugnaba por no verlo, para alejar el paso de los años.
Ayer, ella me llamó. Creí y crecí como nunca lo había percibido; llenaba el espejo, yo, siendo ella.
Soy yo, quien es agraciada por todas las luces que se han iluminado a la vez
Soy yo, quien es respondo y creo abismos entre los dueños de mediocres argumentos
Soy yo, quien recibo la sonrisa de los poderosos, a los que sus medios tapan las "sarta" de sus estupideces.
En la sombra, quedan quienes son iluminadas por faros para francotiradores, o para interrogadores "guais" con repreguntas bebecianas.
Tapo el sonido de las ametralladoras mediáticas que desde el principio han tapado a quienes me apoyaron en mis argumentos.
Proclamo el silencio ante quien no se repararon en medio, incluso para meterle una pistola en la boca; en un dibujo, freudiano.
Soy yo, quien en la mesa de maquillaje, tomo los colores de la magdalena fabricada desde la arrogancia, de creerse única, por cumplir designios montoriles que me quito un cimiento por lo que fuí
Soy yo, quien me embeleso ante quien lee a Gramsci, pero este "intelectual", no quiso, al contrario, las mazmorras para pasar a la posterioridad como intelectual, sino que apeló a los rayos catódicos de la bruja ferreriana que se divertía con sus pócimas de una pizca de Mas soberbia por aquí, otra poca de la tenue, de eyaculación precoz, cerilla para recibir la gloria nunca llegada de zocas unidas por allí; con una leve pizcita de compromis, necesitado de oírse, como sazón.
Esa, señores, soy yo; tabla de colores para que la prensa, siempre me tome un matiz de mi soberbia, mientras sus dueños, ríen, ufanos de descubrir que el ser humano siempre tiende a la ensoñación y está siempre sucumben ante las espadas traidoras de los mercenarios.
Esa, señoras, soy yo, fuerte, rebelde independiente de quienes siempre son apuñalados, pero necesitada de los abrazos del efebo que nació para ser Adonis, pisando los excrementos propios y maquinando con quienes eran dueños de los cercos por donde transcurren nuestras vidas.
Desaparecí, en ese espejo, pero escribo siendo, sólo mi camino. Hace no muchos años, un 15M, me desperté y vi en la calle, gente; en sus ojos, empoderamiento; en sus palabras, valentía; en sus actos, encuentros.
Con lo cotidiano, me difuminé; pero en mi corazón, anida la rebeldía de poder ser con quienes pensando diferentes nos escuchamos, de caminar los sueños, con mis actos de respeto a la PAH, Fraguas y tantos otros; de romper los colores que me dan los poderosos y hacerlos propios con las lágrimas de quien se tiene que marchar de su tierra, con la voz de quienes, en ella, señala a los magnates que la esquilman o la anegan para sus ganancias. Tomo la tierra sudada para crear maquillaje con el que me proclamo uno de sus guerreros que será sólo recuerdo, pero sumó compromiso con quienes le precedieron que le pintaron el cielo aunque estuvieran en cunetas.
Tu yo, te recuerdo Amanda, por muy grande que sea el espejo que ahora abarcas, no recoge las manos trenzadas de quienes luchan y tejen compromiso.
Nos dijeron que era cosa de pequeños; de ellos, su incansable ímpetu por descubrir, no desfallece. Nos marcan rutas para meter en el redil, pero, hubo amaneceres donde vimos las extensiones de los horizontes de nuestros corazones que ya no nos pueden encerrar.
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