domingo, mayo 08, 2022

Plantar, perder la batalla

 Para nuestra tierra, por encima de 900 metros a nivel del mar, ha llegado el momento de plantar el huerto, sobre todo a los que no somos muy expertos y nuestro tiempo y atención, tienen ciertas carencias.

  En la España democrática, tampoco debemos ser muy expertos en lo del derecho a la vivienda. Le damos a los bancos, fondos de inversión (especulación) especuladores, gurús liberales, el poder de hacer cumplir la Constitución; me parece un poco osado y de no mucha inteligencia, por parte de estas y también de nuestros cobardes políticos. No, no los que están al servicio de empresas privadas, sino de los que se dicen republicanos y partidos nacidos del pueblo.

  Cuando la naturaleza estalla en vida como ha pasado durante esta semana, nos arrogamos ser parte de ese gran renacimiento, como si fueramos sus hacedores. Y sin embargo, al sumergirte en ella, corres el riesgo de desaparecer, de caerte en un pozo por el que has pasado durante nueve meses, evitándolo pero que ahora un tapiz verde te invita a que lo traspases como un dios andando sobre las aguas. Te esconde puertas para que no sepas el lugar por donde puedes encontrar un momento para ver otras opciones. 

  Tus caminos para el riego son ocultados y sientes que el campo, como el periodismo te ahoga porque se te proclaman mesias los árboles y las aguas, como quienes mirando a la cámara buscan una empatía contigo. Ellas están próximas, porque eres tu quien estás preguntando a sus invitadas  aunque tu te quedes mirando a las aguas estancadas y a los árboles que se van pudriendo, como te puedes quedar con la duda si quieren ensalzar a alguien y la dicen que otro, pongamos Pablo Iglesias la ataca a su entrevistada, como más periodista, lleves a ese interlocutor para que tu no reinterpretes lo que él lleva diciendo en La Base.

   Y entonces, sientes como que la desbrozadora, ante tanta pujanza te es necesaria. Enseguida te das cuenta de ella y de tí, toda la fuerza que os falta para tamaña empresa. Se abre hueco con sus hilos y te abre perspectiva de aquel agujero tan irregular, con piedras que te recuerden la flojedad de tu tobillo. En el momento que Manu Levin y Sara Serrano, copresentadores del programa empiezan a girar los datos de sus análisis, empieza a apartar tanta maleza y tanta mentira, tanta desvergüenza y tanta falsa dignidad. 

   Tanto periodismo corporativo sólo necesita en estos momentos, despues de haber ocupado tantas tintas, tantas ondas hertzianas o incluso marcianas, que los también periodistas digan ya basta, ya está bien de apoyar a quien miente, a quien tergiversa o a quien se compra un traje de dignidad en mitad de haber tejido una telaraña con la basura de las mentiras ¡qué leches de verdades alternativas!. En mitad de un acto del mayor terrorismo en un día en España, no puedes estar haciendo semejanzas entre un componente que está en una bomba y ese elemento que también se utiliza para quitar el olor que se prende en tus zapatos.

   Hay un periodismo maravilloso, comprometido, no fácil, que incluso admiten ponerse en cuestión en ese programa, realizado con respeto al oyente, al que le anima a que cuestione y mire de otra manera la realidad que le dan. Ese periodismo bebe de muchas fuentes pero no necesita poner cara de interesante, si escucha a quien habla, y no reinterpreta lo que esa persona quiere conseguir. 

  No, no es valorado, porque los que pagan son los que tienen el dinero y estos necesitan palcos, como los emperadores romanos, donde todos miren para encontrarles un aura y una mano con pulgares arriba o abajo. Pero el buen periodismo habla de las claves que maneja una sociedad, sin mirar sólo a un lado, sin que sea un periscopio averiado que sólo te mira a  los ciento ochenta grados pero no, de forma curiosa, a quienes te están mostrado "el más periodismo", Ay Ferri de las manos flamencas, no preocupes, todo te lo allanan y algunos hasta te consideran audaz. Cuando muestras una noticia junto a la basura, de esta tienes que describir como ha llegado a su estado de descomposición, porque si, antes, pudo haber unos datos, pero ahora son detritus y eso no es lo que tú dices defender.

 Dice José Alvárez Juncos que durante 10 años despues de la guerra civil, se seguía asesinando a 12 personas por días, de media; a 400 al mes, a 4.000 al año; cuarenta mil del 39 al 49. Esa verdad, vedada; a quienes mamaron de aquellos tiempos, y hoy, cachorros y gentes en el poder provocan situaciones de impunidad, los tontos que reconocen a los tontos, les siguen riendo las gracias.

  Tenemos pequeños motores para desbrozar tanto, pero cada uno de ellos hace su labor. Ahí, en el lado derecho de donde estáis leyendo, algunos medios, con pocos centímetros cúbicos abren cielos

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Siameses y mercader

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