Decía Freud que las mujeres tejen porque les falta algo.
No sé Sigmund, veo a mujeres que acuden a una charla y llenan una sala con sus conocimientos y su saber estar; un borrego les ha escrito un diatriba. No es cosa baladí, hace años ese tipo de animales era trashumante. Ahora, por lo que sea, se han establecido, pero no por cualquier cosa, sólo porque es el lugar adecuado para transmitir con el espacio exterior. Es la conjunción de muchas incongruencias. Hace un siglo, uno cogía un cubo y empezaba a echar de todo. Desperdicios, entrañas incomibles, putridas cascabeles que que querían tanto sol que no calculaban lo rápido que pasaban los nuevos modelos de coches.
No te importaba mezclar todo, el cerdo se lo comía.
Ahora llega cualquier Jorge, y le dicen: ni te cortes, suelta todo seguido: confabulación judeo masónica, nacionalismo extremista, rojos, separatistas, diablos, radicalismo. Y le remarcan: ni te cortes. Y lo suelta y se le queda la lengua de madera y la cabeza le da vueltas. Se teme el díabolico, pero un ganso, porque los ahí, y muchos y afamados le proclama: " el gallo de esa jaula" y entonces ufano, se baja del estrado, ancho, tan seguro como idiota se sentía Peman, cuarenta años después de sus mezcolanzas para soliviantar mentes.
Ahora este Buixade, está en tiempo de José María, provocar vergüenza ajena y depravación propia
Analizaban ayer en La Base, la meritocracia. Viendo a alguna ser lo que son por lo que le hicieron otros.
Y a otros, caer de bruces cuando subían a la Gamarra para festejar sus victorias que nacían en traiciones. Alguno twittea que este tiempo está preparado para que los páramos se llenen de espasmos.
Acudir buses llenos de ojos inyectados en botox hechos con materiales de desechos y envolturas de magia, para escuchar a los trileros ser sacerdotes de los dioses creados en fósforina para ser quemados en el próximo altar donde realizar sacrificios de dignidades de empanadas de humanos.
Sobre una montaña un Sol de primavera regatea al de invierno. Mezclar tiempos para mixtar confusiones. Sólo faltaba que hubiéramos dimitido antes esos mercenarios de los que destrozan un país con sus malas artes. Les pagan y defienden a los que evaden dinero, no satisfacen todos los impuestos que deben, a quienes especulan, a los brookers de las materias primas con los horizontes verdes del color del dólar, que perjudican a esas miradas postizas que sin embargo flamean sus neuronas al ritmo que les marcan sus banderas traicionadas en sus actos.
Una taza pierde el asa, lo que nos faltaba. Beberemos un café ardiendo que nos gusta, aunque los dedos pierdan las huellas dactilares.
Soñábamos, los ciudadanos, que éramos queridos y nos hemos dado cuenta que estamos en la pira del capitalismo salvaje.
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